Pablo está demostrando cuán inútiles son los dones espirituales cuando se intentan sin amor por otros creyentes. Los corintios valoraban mucho estos dones, aparentemente elevando a aquellos entre ellos con los dones de lenguas y profecía como los más espirituales. Pablo declaró que esto no es cierto. Todos los dones son necesarios en la iglesia.
Ahora, sin embargo, está mostrando algo más. Los dones no tienen sentido cuando se practican sin amor. Aun mas, la persona sin amor que muestra el don es «nada». Con esto, Pablo quiere decir que la persona no está logrando nada dentro del cuerpo de Cristo. El don está siendo desperdiciado en él o ella en ese momento.
Pablo dice que esto es cierto incluso del don de profecía o poderes proféticos, que describió como uno de los dones superiores en el capítulo anterior (1 Corintios 12:28, 31). Pone ese don junto con el de conocimiento y el de fe, usando una hipérbole para describir un nivel de dones que ningún cristiano ha tenido. Pablo no está diciendo necesariamente que tal cosa pueda ocurrir; sólo que, aunque pudiera, no cambiaría la primacía del amor piadoso y abnegado.
Imagina a una persona, escribe Pablo, con el don de la profecía y una plena comprensión de todos los misterios de Dios y una fe férrea que le permita mover montañas reales. Jesús dijo a sus discípulos que podían mover montañas con la cantidad de fe que cabe en un pequeño grano de mostaza (Mateo 17:20). Incluso esa persona imaginaria que describe Pablo, sin amor, no es nada. Todos esos dones se vuelven inútiles cuando se ejercen sin preocupación, compasión y empatía por otros creyentes.