Ascitis: Un problema común en personas con cirrosis

Resumen

La acumulación de líquido en la cavidad abdominal se denomina ascitis. La ascitis es común en las personas con cirrosis y suele desarrollarse cuando el hígado está empezando a fallar. En general, la aparición de ascitis indica una enfermedad hepática avanzada y los pacientes deben ser remitidos para que se considere la posibilidad de un trasplante de hígado.

Causas

La cirrosis hepática es la causa más común de ascitis, pero otras afecciones como la insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal, la infección o el cáncer también pueden causar ascitis. La ascitis está causada por una combinación de presión elevada en las venas que recorren el hígado (hipertensión portal) y una disminución de la función hepática causada por la cicatrización del hígado, es decir, la cirrosis.

Síntomas

La mayoría de los pacientes que desarrollan ascitis notan distensión abdominal y un rápido aumento de peso. Algunas personas también desarrollan hinchazón de tobillos y dificultad para respirar por la acumulación de líquido alrededor de los pulmones. Pueden producirse otros síntomas o complicaciones que se enumeran a continuación.

Dolor abdominal, malestar y dificultad para respirar: pueden producirse cuando se acumula demasiado líquido en la cavidad abdominal. Esto puede limitar la capacidad de comer, deambular y realizar actividades de la vida diaria.

Infección: Se denomina peritonitis bacteriana espontánea (PBE) y suele causar dolor abdominal, sensibilidad, fiebre o náuseas. Si no se diagnostica o trata a tiempo, el paciente puede desarrollar una insuficiencia renal, una infección grave en el torrente sanguíneo o confusión mental. El diagnóstico suele hacerse tomando una muestra del líquido de la cavidad abdominal. Esta infección puede tratarse con antibióticos intravenosos y, tras la recuperación, los pacientes necesitarán un tratamiento a largo plazo con antibióticos para evitar que el SBP vuelva a aparecer.

Hernias relacionadas con ascitis: La presión intraabdominal elevada puede conducir al desarrollo de hernias umbilicales (alrededor del ombligo) e inguinales (ingle) que pueden causar molestias abdominales. Por lo general, se evita la reparación quirúrgica a menos que haya un dolor intenso que sugiera que los intestinos o el tejido pueden estar pellizcados o retorcidos junto con un abultamiento persistente de la hernia. Los cirujanos que tienen experiencia en el tratamiento de pacientes con cirrosis deben realizar estas operaciones.

Acumulación de líquido en el pecho: Esto se llama hidrotórax hepático y el líquido abdominal se llena en las cavidades pulmonares (sobre todo en su lado derecho) además de la cavidad abdominal. Esta condición puede dar lugar a dificultad para respirar con el esfuerzo o, a veces, también en reposo.

Factores de riesgo

En general, el desarrollo de ascitis indica evidencia de una enfermedad hepática avanzada y los pacientes deben ser remitidos para considerar un trasplante de hígado.

Examen/Diagnóstico

Dependiendo de la cantidad de líquido presente en el abdomen, la ascitis puede ser diagnosticada por el médico en la exploración física, pero suele confirmarse mediante pruebas como la ecografía o la TC del abdomen. En la mayoría de los pacientes, el médico recomendará que se introduzca una pequeña aguja a través de la pared abdominal (previa anestesia local) para extraer líquido que se examinará en el laboratorio. Esta prueba se denomina paracentesis. El líquido extraído se examinará en busca de signos de infección o cáncer y para determinar la causa de la acumulación de líquido.

Tratamiento

El desarrollo de ascitis generalmente sugiere que el hígado no está funcionando bien. La tasa de supervivencia 5 años después de que se desarrolle la ascitis es sólo del 30-40% y es importante que el paciente y el médico discutan una derivación a un especialista en hígado y a un centro de trasplante de hígado.

El paso más importante para tratar la ascitis es reducir estrictamente la ingesta de sal. La ingesta de sal se limita a 4-5 gramos al día (2.000 mg de sodio) o menos. Como puede ser difícil determinar el contenido de sal de los distintos alimentos, generalmente se recomienda que el paciente con ascitis acuda a un nutricionista (dietista) para que le aconseje sobre los distintos alimentos que debe evitar. Los pacientes pueden utilizar un sustituto de la sal, pero es esencial elegir uno sin potasio porque los niveles de potasio pueden aumentar con ciertos medicamentos para tratar la ascitis. Es importante discutir con el médico o el dietista qué sustituto de la sal puede ser más seguro de usar.

La mayoría de las veces, los pacientes necesitarán diuréticos para tratar la ascitis. Los diuréticos más utilizados son la espironolactona (Aldactone) y/o la furosemida (Lasix) y sus dosis se ajustan adecuadamente. Estos diuréticos pueden causar problemas con los electrolitos de la sangre (niveles de sodio y potasio), por lo que puede ser necesaria una estrecha vigilancia mediante análisis de sangre. Es importante tener en cuenta que la toma de diuréticos no sustituye a la reducción de la ingesta de sal, ya que los diuréticos sólo funcionan cuando se toman junto con una ingesta restringida de sal.

Comprobar el peso corporal diariamente en una báscula y ponerse en contacto con el médico siempre que se produzca un aumento de más de 3 kilos (o de más de 2 kilos al día durante 3 días consecutivos) es una buena estrategia para un mejor manejo en los pacientes con ascitis.

Cuando la acumulación de líquido no puede tratarse de forma óptima con diuréticos y una dieta restringida en sal, los pacientes pueden requerir la extracción de una gran cantidad de líquido (paracentesis) para aliviar los síntomas. Para los pacientes con ascitis difícil de tratar existen otros procedimientos, como la colocación por parte de un radiólogo de una derivación dentro del hígado (denominada TIPS) para evitar la acumulación significativa de líquido por ascitis. Como ya se ha mencionado, los pacientes con ascitis presentan un grave riesgo para su salud y suelen ser evaluados para un trasplante de hígado. Más de la mitad de estos pacientes pueden no sobrevivir 2-3 años sin un trasplante de hígado.

Autor(es) y fecha(s) de publicación

Naga P. Chalasani, MD, FACG, y Raj K. Vuppalanchi, MD, Indiana University School of Medicine, Indianapolis, IN – Publicado en enero de 2006. Actualizado en julio de 2013.

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