1. Llénese de fibra.
Los alimentos ricos en fibra alimentan las bacterias saludables que mejoran la función inmunitaria, reducen la inflamación y las enfermedades crónicas, e incluso ayudan a regular el estado de ánimo.
2. Elige alimentos ricos en prebióticos.
Los prebióticos alimentan las bacterias saludables. Entre las buenas fuentes de prebióticos se encuentran las alcachofas de Jerusalén, la raíz de achicoria, las hojas de diente de león crudas, los puerros, las cebollas, el ajo, los espárragos, el trigo integral, las espinacas, las judías, los plátanos, la avena y la soja.
3. Pruebe los alimentos probióticos.
Los probióticos son bacterias o levaduras vivas que se encuentran en los alimentos fermentados y que, cuando se consumen, se instalan en el intestino y mejoran la salud. Algunas fuentes saludables son el chucrut, el miso, el tempeh, el kimchi y el kéfir de agua.
4. Evite los productos de origen animal.
La carne roja, los productos lácteos con alto contenido de grasa y los alimentos fritos reducen el crecimiento de las bacterias saludables y potencian el crecimiento de las bacterias «malas» relacionadas con las enfermedades crónicas.
5. Limite las grasas.
Evite los alimentos fritos, saltee con spray de cocina o caldo en lugar de aceite, y utilice aderezos para ensaladas bajos en grasa, especialmente si tiene diabetes o prediabetes. La mayoría de los alimentos vegetales son naturalmente bajos en grasa.
6. Evite los antibióticos innecesarios.
El uso excesivo de antibióticos puede acabar con las bacterias saludables. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. estima que el 80 por ciento de los antibióticos se utilizan realmente en la agricultura animal.
7. Practique un estilo de vida saludable.
Hacer ejercicio, dormir lo suficiente y controlar el estrés pueden tener un impacto positivo en su microbiota intestinal.