El ruido puede dañar las células ciliadas, las membranas, los nervios u otras partes del oído. Esto puede provocar una pérdida de audición temporal o permanente. Aprenda cómo ocurre esto para poder prevenir la pérdida de audición.
La pérdida de audición puede ser temporal o permanente
La pérdida de audición es una disminución de su capacidad para oír o entender el habla y los sonidos que le rodean. La pérdida de audición puede producirse cuando alguna parte del oído o los nervios que llevan la información sobre los sonidos a su cerebro no funcionan de la forma habitual. En algunos casos, la pérdida de audición puede ser temporal. Sin embargo, puede convertirse en permanente cuando partes vitales del oído se han dañado sin posibilidad de reparación. Los daños en cualquier parte del oído pueden provocar una pérdida de audición.
Los ruidos fuertes son especialmente perjudiciales para el oído interno (cóclea). Una exposición única a un sonido extremadamente fuerte o la escucha de sonidos fuertes durante mucho tiempo puede provocar una pérdida de audición. Los ruidos fuertes pueden dañar las células y las membranas de la cóclea. Escuchar ruidos fuertes durante mucho tiempo puede sobrecargar las células ciliadas del oído, lo que puede provocar la muerte de estas células. La pérdida de audición progresa mientras la exposición continúa. Los efectos nocivos pueden continuar incluso después de que la exposición al ruido haya cesado. Los daños en el oído interno o en el sistema neural auditivo suelen ser permanentes.
Las células ciliadas dañadas en los oídos pueden provocar una pérdida de audición
La persona media nace con unas 16.000 células ciliadas dentro de su cóclea. Estas células permiten a su cerebro detectar los sonidos. Entre el 30% y el 50% de las células ciliadas pueden resultar dañadas o destruidas antes de que los cambios en la audición puedan medirse mediante una prueba de audición. En el momento en que se nota la pérdida de audición, muchas células ciliadas han sido destruidas y no pueden repararse.