Los germinados son perfectos para añadir un extra de sabor, crujido y nutrición a todo tipo de platos, especialmente cuando no tienes verduras frescas a mano. Considerados un «superalimento» por los expertos en nutrición, tienen una concentración muy alta de vitaminas, antioxidantes y minerales en comparación con las verduras maduras. Los germinados son también uno de los alimentos más fáciles (y baratos) que puedes cultivar en interiores. No requieren mucho espacio ni ningún equipo sofisticado. De hecho, todo lo que necesitas es un bote y un poco de espacio en la cocina para empezar a convertir semillas, granos y legumbres en verduras frescas y ricas en nutrientes en sólo unos días. Solo tienes que seguir los cinco sencillos pasos que te indicamos a continuación para aprender a empezar a cultivar tus propios brotes en un tarro.
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Suministros que necesitarás
- Botes de boca ancha (los tarros Mason son ideales.)
- Semillas para germinar – Las semillas de brócoli, rábano y alfalfa para germinar funcionan muy bien, al igual que las lentejas, las judías mungo y los guisantes. Siempre se recomienda comprar semillas específicas para germinar porque han sido analizadas para detectar bacterias dañinas. (A diferencia de una bolsa de lentejas del supermercado, por ejemplo, que está pensada para ser hervida antes de comerla).
- Tejido de lana o pantallas/tapas de germinación
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Cómo cultivar brotes en un tarro
- Primero, tendrás que remojar tus semillas. Diferentes variedades de semillas requieren diferentes cantidades de agua, pero la regla general es una parte de semillas por tres partes de agua. (Puede encontrar una útil tabla de germinación de semillas para las cantidades de semillas que debe utilizar aquí). Para empezar, añade tus semillas al tarro y llénalo con tres partes de agua fría. Remueve para asegurarte de que todas las semillas están mojadas. Cubra el tarro con una malla o tapa de germinación, o con una gasa atada con una goma, y déjelo en remojo. Las semillas y legumbres suelen tardar de 6 a 8 horas en remojarse.
- Después del remojo, escurra toda el agua a través de la estopilla o la tapa y vuelva a llenar el tarro con agua fresca y fría. Agite el tarro para enjuagar las semillas y déjelo escurrir de nuevo, agitando el tarro para sacar la mayor cantidad de agua posible.
- Coloque el tarro boca abajo en un bol con el fondo del tarro apoyado contra el borde del bol para que todo el exceso de agua pueda escurrir. (Puede comprar soportes de germinación para este paso, pero un bol funciona igual de bien). Deja el bol así en la encimera de la cocina o en otro lugar donde no te olvides de él. No necesita un lugar soleado, pero sí necesita respirar, así que el interior de un armario no es aconsejable.
- Escurre y enjuaga las semillas con agua fresca, repitiendo los pasos 2 y 3, dos veces al día. Los brotes de bebé comenzarán a emerger después de sólo un día o dos. Los brotes están listos una vez que alcanzan de 1 a 2 pulgadas de longitud (esto generalmente toma de 3 a 6 días).
- Cuando esté listo para cosechar, enjuague los brotes una última vez, escurra el agua y coloque los brotes en un paño de cocina limpio para que se sequen completamente. Ya están listos para usarlos en tus recetas favoritas.
Para guardar tus brotes, primero asegúrate de que están completamente secos. A continuación, envuelve los brotes en una toalla de papel o en un paño de cocina, colócalos en un recipiente de cristal con tapa y guárdalos en la nevera durante un máximo de una semana.
Cómo usar los brotes
Puedes añadir tus brotes de cosecha propia a las ensaladas o salteados, ponerlos en sándwiches, envoltorios y hamburguesas, utilizarlos como una guarnición saludable para todo tipo de platos, o incluso mezclarlos en batidos de frutas para obtener una dosis extra de nutrición.