El inicio exacto de las corridas de toros es difícil de precisar, aunque se encuentran evidencias de rituales con toros en muchas culturas antiguas que se remontan al menos al año 1500 a.C..
Durante la dominación visigoda de la Península Ibérica, entre los años 415 y 711, se hicieron populares los espectáculos con hombres a caballo luchando contra toros. Esto evolucionó hasta convertirse en las corridas de toros a caballo, llamadas rejoneo, que todavía se practican en Portugal. El rejoneo se diferencia de la tauromaquia tradicional española en dos aspectos importantes:
- Los toreros trabajan a caballo, en lugar de a pie.
- El toro se debilita en el ruedo, pero se mata después de la lidia, fuera de la vista de los espectadores.
Los torneos taurinos celebrados en las plazas de las ciudades se habían popularizado a finales del siglo XI y continúan en la actualidad. La más famosa de estas fiestas es la de San Fermín, en la que se celebran los encierros de Pamplona. Se cree que el Cid, el popular líder militar español y héroe nacional de mediados del siglo XI, fue uno de los primeros en participar en corridas de toros en una plaza, el inicio de las corridas que conocemos hoy.
En el siglo XV, las corridas de toros se habían afianzado en la cultura española como deporte de la aristocracia. Pero la tauromaquia pasó a la clandestinidad durante el reinado de la reina Isabel, que se opuso a ella. Y en 1567, el Papa Pío V la prohibió por completo, excomulgando a los aristócratas que apoyaban las corridas y negando la sepultura cristiana a los muertos en el ruedo. La Iglesia levantó la prohibición ocho años después, cuando quedó claro que la práctica no iba a desaparecer.
Durante la década de 1600, los toreros españoles dejaron los caballos y empezaron a torear a pie, como hacen hoy. En la década de 1700, las corridas de toros pasaron de ser un deporte de reyes a un deporte de masas cuando el rey Felipe V, que desaprobaba las corridas de toros, subió al poder. Se negó a permitirlas en los eventos reales, pero el pueblo de España adoptó el deporte.
Las corridas de toros siguen siendo el deporte del pueblo, aunque varias de las plazas más grandes de España tienen palcos reales para aquellos miembros de la familia real que asisten a los espectáculos.
A continuación, lo que ocurre en el ruedo y la historia sobre los elaborados uniformes que llevan los matadores.