Desarrollo de los ideales políticos
Su carrera militar comenzó en los ingenieros. Primero estuvo destinado en Turín, luego en varios puestos fronterizos, donde se construían fortificaciones; sin embargo, allí donde estaba, Cavour seguía insatisfecho. En 1830 fue enviado a Génova, donde conoció a Anna Giustiniani Schiaffino, una ardiente defensora de las ideas ultrademocráticas y republicanas, cuyo salón era frecuentado por muchos miembros de los Carbonari, la sociedad revolucionaria secreta cuya fuerza directriz era entonces Giuseppe Mazzini. El ferviente radicalismo de Cavour se inspiró en su amor por Anna Schiaffino y en su renovada amistad con Severino Cassio, ahora compañero de los ingenieros de Génova.
La revolución francesa de julio de 1830, que derrocó al último Borbón, Carlos X, e instauró a Luis Felipe, «el rey ciudadano», también contribuyó en gran medida a reforzar el ardor revolucionario de Cavour. Bajo la dirección de Severino Cassio, estudió inglés para seguir más fácilmente los periódicos que informaban de los acontecimientos políticos en Europa. Se dejó influir por las ideas liberales de los escritores franceses Benjamin Constant y François Guizot, y sus adversarios siguieron siendo los de su infancia: el absolutismo paternalista; los reaccionarios legitimistas que representaban los intereses terratenientes, la aristocracia y el clero; y la unión del trono y el altar. Necesariamente esta actitud le enfrentó conscientemente a la casta a la que pertenecía.
La influencia de los acontecimientos de Francia en el temperamental Cavour volvió a despertar las sospechas oficiales, y esta vez fue sometido a vigilancia policial. Como siempre, la intervención de su padre ayudó a evitar consecuencias más graves; en este caso, simplemente fue trasladado a un remoto fuerte de montaña. Sin embargo, se hizo evidente que no podía seguir en el ejército, del que dimitió en 1831. Su padre le encontró una especie de ocupación: fue nombrado alcalde de un pueblo al sur de Turín y también se convirtió en el administrador de extensas explotaciones en los alrededores que pertenecían a sus tíos.
Aunque estas modestas ocupaciones sirvieron para llenar su tiempo y aislarlo de su familia, agravaron su abatimiento por lo que parecía ser el fin de sus ambiciones políticas. Los intereses sociales comenzaron a absorberle: los problemas de la pobreza y de la educación de los presos se convirtieron en los temas de sus investigaciones. En 1834 escribió una memoria sobre la pobreza en el Piamonte, que se publicó al año siguiente en Londres en el Report from His Majesty’s Commissioners for inquiring into the Administration and practical Operation of the Poor Laws. Un segundo folleto sobre la historia de las Leyes de Pobres en Inglaterra fue editado y publicado por Cavour en 1835 en Turín.
Durante esos años pudo por fin realizar su primera y esperada visita a París y Londres, ampliando así su conocimiento de Europa. Conoció las dos capitales occidentales más grandes y avanzadas, ambas gobernadas por regímenes constitucionales y liberales (por mucho que difieran en su carácter) y ambas intentando llevar a cabo los cambios económicos y sociales más audaces. Se interesó febrilmente por la vida parlamentaria de Inglaterra y Francia; asistió a conferencias universitarias y visitó fábricas, ferrocarriles, puertos, hospitales, escuelas y prisiones. La experiencia que adquirió en las dos capitales occidentales y en Ginebra le hizo tomar el camino que ya había elegido instintivamente: seguir siempre el «justo medio». Le repelían por igual los revolucionarios que querían destruir la sociedad mediante el terror para construir una mejor, sin darse cuenta de que sus métodos mancillaban la dignidad humana, y los reaccionarios que, al oponerse ciegamente a todo progreso, acababan provocando levantamientos revolucionarios. Rechazando todos los extremos, quería ante todo ser un buen europeo. Sin embargo, Cavour siempre fue un patriota. Cuando su valía y su gran ambición fueron reconocidas en Francia y uno de sus amigos le invitó a abandonar el mezquino y miserable Piamonte de Carlos Alberto por una brillante carrera en Francia, Cavour rechazó la invitación.
En 1835, tras el regreso de sus viajes, comenzó a emprender una fructífera serie de empresas que le ayudaron a acumular una considerable fortuna. También alcanzó cierta reputación con sus escritos. Aun sin enfrentarse directamente a la cuestión de la futura estructura política de Italia, todos sus escritos proclamaban principios sociales o económicos que no podían conciliarse en modo alguno con las condiciones imperantes en Italia. Sobre todo, las medidas económicas y la construcción de ferrocarriles propuestos por Cavour habrían transformado la Italia de la época hasta hacerla irreconocible.