Historia del Día Nacional del Helado
No hay ningún inventor conocido al que se le pueda atribuir la creación del helado, por desgracia. Pero la historia del helado es tan rica como la del gelato. Se dice que un alimento parecido al helado se consumió por primera vez en China en algún momento entre los años 618 y 97 de nuestra era. El primer plato se elaboraba con harina, leche de búfalo y alcanfor, un compuesto orgánico utilizado habitualmente en las lociones. También se ha señalado que Alejandro Magno adoraba el hielo y la nieve aromatizados con néctar y miel.
También hemos identificado que la Biblia indica que el rey Salomón disfrutaba de bebidas heladas durante la época de la cosecha. Hablando de lo casero, durante el Imperio Romano, César enviaba a gente a recoger nieve de las montañas, sólo para cubrirla de frutas y jugos.
Cerca de mil años más tarde, en Italia, Marco Polo había regresado del Lejano Oriente y compró de vuelta una receta de lo que hoy conocemos como sorbete. Se supone que esta receta se convirtió en lo que hoy conocemos como helado, que en su día se denominó »Crema de Hielo». Fue en 1660 cuando el público en general conoció el helado. Un italiano llamado Francesco Procopio Dei Coltelli decidió perfeccionar una máquina fabricada por su abuelo pescador que producía helados de gran calidad en su café. La receta mezclaba leche, mantequilla, huevos y nata y se vendía en París.
La primera mención del helado en Estados Unidos procede de una carta escrita en Maryland en 1744 por el invitado del gobernador William Bladen. Posteriormente, la New York Gazette del 12 de mayo de 1777 publicó el primer anuncio de helado en Estados Unidos. Tras la Revolución Americana, el helado se hizo súper popular en Estados Unidos.
Desde entonces, el helado ha irrumpido en la escena del desierto con la creación de máquinas caseras, así como con la aparición de furgonetas de helados, flotadores de helados, sundaes y marcas tan conocidas como »Ben and Jerry’s» y »Haagen-Dazs» que seguimos consumiendo hasta hoy. El efecto del helado en la sociedad es tan grande, que el cerebro de un amante del helado ha sido comparado con el de un adicto. Cuando el cerebro quiere helado, reacciona como un fanático apasionado.