La prudencia es la cualidad, la virtud que disponen algunas personas que lo llevarán a actuar y conducirse en la vida con suma precaución y reflexión, evitándose por tanto el desencadenamiento de posibles daños o consecuencias negativas por un obrar anticipado e intempestivo.
» Juan conduce con tanta prudencia que jamás ha chocado.»
Virtud que lleva a que una persona actúe y hable de manera reflexiva y cauta
Esta manera reflexiva y cauta que mencionamos puede observarse tanto en el obrar de alguien como en el hablar, por caso, cuando alguien se demuestre de este modo se dirá que habla y actúa con prudencia y se lo denominará como prudente.
Analizar las posibilidades y tomarse un tiempo antes de actuar
La prudencia supone siempre la detención para analizar lo que sucede, las alternativas disponibles frente a una elección crucial, y por tanto permitirse tranquilamente evaluar los efectos antes de tomar una decisión.
O sea, la prudencia supone echar una mirada consciente sobre todas las opciones, tomarse el tiempo para elegir la mejor y ahí recién actuar.
Leer las características de la prudencia es por supuesto más sencillas y simples que llevarlas a la práctica, por eso es que se trata de una cualidad difícil de disponer, porque supone un trabajo consciente y previo, tomarse y darse el tiempo siempre de pensar antes de hablar o de actuar.
Y como sabemos, la vida actual, tan envuelta en un frenesí, muchas veces, nos impide actuar pensativamente.
Dominar los impulsos es sin dudas un trabajo difícil de realizar pero es el camino que desemboca en la prudencia.
Mientras tanto, el concepto de prudencia se encuentra relacionado con diferentes valores y cualidades tales como la moderación, la templanza, la cautela, la moderación, especialmente a instancias de la comunicación interpersonal de hechos trascendentales o de malas noticias.
Quien es prudente actuará de una manera justa y adecuada y jamás atentará contra el respeto de los sentimientos del otro y la vida del prójimo.
Porque pensará antes de decir algo o de hacer algo que perjudique a alguien.
Religión: una de las virtudes cardinales
Dentro de la doctrina católica, la prudencia ostenta un lugar destacado ya que se trata de una de las cuatro virtudes cardinales (justicia, templanza, prudencia y fortaleza), la cual actúa a su vez de guía de las mismas.
El Catolicismo enseña que la prudencia permitirá discernir entre el bien y el mal y que además ayudará a elegir los medios adecuados y propicios para lograr el bien.
La imprudencia, la contracara
La contrapartida la encontramos en la imprudencia, la persona imprudente, como consecuencia de su actuar precipitado y poco razonado, es probable que ponga en riesgo su propia vida, y lo que es aún peor, que ponga en serio peligro la de un número mayor de personas.
La imprudencia consiste en la ausencia de precaución a la hora de moverse en la vida.
Implica olvidarse de manera consciente o inconsciente algo que se aconseja para no desarrollar justamente un acto imprudente.
Si media la mala intención de la persona, entonces, se podrá considerar a la acción como un delito plausible de ser punible por la ley vigente, porque ha habido una clara intención de llevar a cabo una acción desprovista de prudencia.
Ahora bien, debemos destacar que normalmente los actos imprudentes son el resultado del descuido más que de la mala fe de alguien.
Son ejemplos de imprudencia quienes conducen sus automóviles sin respetar las señales de tránsito, quienes realizan un uso inadecuado de armas de fuego, por ejemplo, para festejar el triunfo de su equipo de fútbol disparan al aire, pudiendo tal disparo caer sobre la persona de alguien y ocasionarle la muerte, quien se gasta todo el dinero de un premio y no paga sus deudas, entre otros.
En el ejercicio de una profesión, la imprudencia implica omitir ciertas precauciones que se consideran habituales y obligatorias y que forman parte del buen obrar del quehacer que se realiza.
En tanto, la imprudencia es punible en el ámbito del derecho y por caso se les reserva un castigo o pena de acuerdo al acto cometido.
La cultura egipcia supo representar a la prudencia a partir del dibujo de una serpiente de tres cabezas, de perro, león y lobo, porque a juzgar por lo que dice la tradición, para los egipcios el individuo prudente debía disponer de la astucia de la serpiente, la fuerza del león, la agilidad del lobo y la paciencia que tiene el perro.