Resumen
Mientras que la libertad procreativa positiva, es decir, el derecho a tener un hijo, parece existir en los Estados Unidos, miles de personas con retraso mental han sido esterilizadas involuntariamente. Por lo tanto, la definición de libertad procreativa sigue siendo poco clara y depende de si el derecho a procrear se interpreta como el simple derecho a la reproducción genética o como el derecho a crear hijos junto con la intención y la capacidad de criarlos. La conexión genética sólo tiene importancia en el contexto del establecimiento de una familia, y la replicación genética no es un interés que la sociedad deba proteger. Por lo tanto, alguien incapaz de ser padre de crianza no tendría autonomía procreativa, y de ello se deduce que las personas con retraso severo que no pueden criar hijos no tienen derecho a reproducirse. En lugar de violar la autonomía procreativa, la esterilización involuntaria en estos casos puede ser la forma más humana y eficaz de proteger a las mujeres retrasadas del embarazo. El uso de implantes anticonceptivos, considerado por algunos como una «alternativa menos restrictiva», no tiene sentido dado que no se está protegiendo ningún interés al permitir la procreación futura en estos casos. Además, la esterilización puede conllevar menos riesgos y efectos secundarios que las medidas temporales. Un tema relacionado, el uso obligatorio de anticonceptivos como el Norplant dictado por algunos jueces en casos de abuso de menores, es moral y legalmente problemático, pero esta acción muestra que los jueces consideran la paternidad como una responsabilidad además de un derecho.