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Test rápido: los humanos y sus restos
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En una serie de descubrimientos en 1910-12, Charles Dawson, un abogado inglés y geólogo aficionado, encontró lo que parecían ser los fragmentos fosilizados de un cráneo, una mandíbula y otros especímenes en una formación de grava en Barkham Manor en Piltdown Common, cerca de Lewes en Sussex. Dawson llevó los especímenes a Arthur Smith Woodward, guardián del departamento de paleontología del Museo Británico, quien anunció el hallazgo en una reunión de la Sociedad Geológica de Londres el 18 de diciembre de 1912. Woodward afirmó que los fósiles representaban una especie desconocida de homínido extinto (Eoanthropus dawsoni) que podría ser el eslabón evolutivo que faltaba entre los simios y los primeros humanos. Sus afirmaciones fueron respaldadas con entusiasmo y sin críticas por algunos prominentes científicos ingleses, tal vez porque los fósiles de Piltdown sugerían que las Islas Británicas habían sido un lugar importante de la evolución humana temprana.
Las excavaciones adicionales del sitio siguieron en 1913-14, revelando la presencia de herramientas de piedra, fragmentos de otros animales y una losa de hueso tallada de tal manera que los científicos se refirieron a ella como el «bate de cricket». Antes de la muerte de Dawson, en 1916, éste informó a Woodward de que había encontrado restos adicionales (un diente y trozos de un cráneo que parecían pertenecer al mismo individuo) en un segundo yacimiento situado a unos 3 km (aproximadamente 1,9 millas) del lugar de los hallazgos iniciales.
Mientras se concediera a los restos una antigüedad elevada, el hombre de Piltdown parecía una alternativa factible al Homo erectus (entonces conocido por sus escasos restos como Pithecanthropus) como ancestro de los humanos modernos. Sin embargo, en 1926 se descubrió que las gravas de Piltdown eran mucho menos antiguas de lo que se suponía y, a partir de 1930, más hallazgos de Pithecanthropus, los descubrimientos del más primitivo Australopithecus y más ejemplares de Neanderthal dejaron al hombre de Piltdown completamente aislado en la secuencia evolutiva. En 1953-54, como resultado de estos descubrimientos, un intenso reexamen científico de los restos de Piltdown demostró que se trataba de los fragmentos hábilmente disimulados de un cráneo humano bastante moderno (de unos 600 años de antigüedad), la mandíbula y los dientes de un orangután, y el diente probablemente de un chimpancé, todo ello introducido fraudulentamente en las gravas poco profundas. Las pruebas químicas revelaron que los fragmentos habían sido teñidos deliberadamente, algunos con cromo y otros con una solución ácida de sulfato de hierro (ni el cromo ni el sulfato se dan en la localidad), y que, aunque los restos asociados eran de auténticos animales extinguidos, no eran de procedencia británica. Los dientes también habían sido sometidos a una abrasión artificial para simular el modo humano de desgaste plano.
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La exposición del fraude de Piltdown aclaró la secuencia de la evolución humana al eliminar la mayor anomalía en el registro fósil. El fraude había impedido el reconocimiento de la importancia de los fósiles de homínidos descubiertos en África.
La identidad del autor del engaño de Piltdown ha seguido siendo un misterio. La mayor parte de las especulaciones se han centrado en el propio Dawson, que podría haber estado motivado por el deseo de dar un golpe de efecto que le permitiera entrar en la Royal Society. Algunos estudiosos han sostenido que Woodward, el principal colaborador de Dawson, era inocente, y otros han sospechado que era la víctima prevista del engaño (para hacer el ridículo al ser descubierto). Otros han sostenido que un amigo de Dawson, Samuel Woodhead, era un confederado, que tenía acceso a los huesos y a los productos químicos para suministrar y adulterar los especímenes. Otro posible participante en el plan fue Pierre Teilhard de Chardin, un sacerdote jesuita francés y paleontólogo que acompañó a Dawson en sus primeras excavaciones conjuntas en Piltdown con Woodward. Otros candidatos han sido el escritor Sir Arthur Conan Doyle, que vivía cerca de Piltdown, conocía a Dawson y estaba interesado en los fósiles, y Sir Arthur Keith, que era anatomista y conservador del Hunterian Museum del Royal College of Surgeons en aquella época.
La primera prueba sólida sobre la identidad del autor surgió en 1996, dos décadas después de que se descubriera un baúl marcado con las iniciales M.A.C.H. en un almacén del Museo Británico. Al analizar los huesos encontrados en el baúl, los paleontólogos británicos Brian Gardiner y Andrew Currant descubrieron que habían sido manchados exactamente igual que los fósiles de Piltdown. Al parecer, el baúl había pertenecido a Martin A.C. Hinton, que se convirtió en guardián de zoología del Museo Británico en 1936. Hinton, que en 1912 trabajaba como voluntario en el museo, pudo haber tratado y colocado los huesos de Piltdown como un engaño con el fin de entrampar y avergonzar a Woodward, que había rechazado la petición de Hinton de un salario semanal. Es de suponer que Hinton utilizó los huesos del baúl del vapor para practicar antes de tratar los huesos utilizados en el engaño real.
Un segundo estudio, publicado en 2016, parecía trasladar la responsabilidad del engaño a Dawson. Un nuevo examen de los restos de Piltdown, que incluía espectroscopia y análisis de ADN, sugería firmemente que los restos fabricados se hicieron combinando los huesos de un solo orangután y nada menos que dos especímenes humanos. Los restos de ambos yacimientos mostraban patrones similares de tinción química, grava acumulada en los espacios entre y dentro de los huesos, abrasión ósea por limado y el uso de un material de cementación que recuerda a la masilla dental para unir varios fragmentos óseos, todo ello probablemente obra de una sola persona. Aunque es posible que otras partes estuvieran implicadas en varias fases del ardid, el estudio implicó a Dawson como elemento común en todos los puntos importantes de la historia. Él descubrió los restos fósiles en ambos yacimientos y fue el primero en llamar la atención sobre ellos al entregárselos a Woodward. No se descubrieron otros fósiles en el primer yacimiento después del fallecimiento de Dawson, y éste no reveló la ubicación exacta del segundo yacimiento antes de su muerte. Además, los conocimientos de Dawson en arqueología y geología podrían haberle dado acceso a las habilidades con las que disfrazar los restos, y su deseo de reconocimiento por parte de la comunidad científica, evidenciado por su ambición de convertirse en miembro de la Royal Society, podría haber sido el propósito de Dawson para crear el engaño.