Escribí este post inicialmente hace un año, pero al ver la información que se pulveriza constantemente a través de nuestros monitores y smartphones todo el día, es importante recordar que estamos en medio de la creación de una nueva narrativa para nosotros mismos, nuestras comunidades y nuestro mundo. Tenemos que prestar atención a avanzar, adaptarnos y evolucionar para que, en última instancia, seamos mejores. Recordar que debemos centrarnos en el «lobo bueno» nos ayudará a atravesar nuestro entorno actual, incluso con todas sus incertidumbres, hacia una mejor visión del mundo. – KA
Hay una leyenda cherokee sobre dos lobos.
Un viejo cherokee está enseñando a su nieto sobre la vida. «Una lucha está en mi interior». Le dijo al niño.
«Es una lucha terrible y es entre dos lobos. Uno es el mal: es la ira, la envidia, la pena, el arrepentimiento, la codicia, la arrogancia, la autocompasión, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, la mentira, el falso orgullo, la superioridad y el ego.» Y continuó: «El otro es bueno: es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la bondad, la benevolencia, la empatía, la generosidad, la verdad, la compasión y la fe. La misma lucha tiene lugar dentro de ti -y también dentro de cualquier otra persona-.»
El nieto pensó en ello durante un minuto y luego le preguntó a su abuelo: «¿Qué lobo ganará?»
El viejo cherokee se limitó a responder: «El que tú alimentes.»
Viejas y nuevas formas de pensar, ser y actuar
Me encanta esta historia porque invita a nombrar la complejidad de la vida en nosotros mismos y en nuestras organizaciones. Individual y organizativamente tenemos una lucha entre nuestras viejas narrativas y una nueva narrativa que está naciendo. ¿Vivimos nuestras vidas centrándonos en el interés propio, la separación y la autoprotección? ¿O vemos la conexión, la cooperación y la capacidad de las personas de preocuparse por un propósito compartido más amplio?
¿Vemos nuestras organizaciones como objetos y cosificamos a las personas que las componen, o vemos las organizaciones como sistemas vivos, y a las personas que las componen evolucionando y aprendiendo en su búsqueda de convertirse en su mejor yo?
Estas son algunas de las formas en que nuestra visión del mundo nos da una idea de las luchas internas que vivimos. ¿En qué queremos convertirnos? En qué queremos que se conviertan nuestras organizaciones?
Lo que nos hace caso se hace más fuerte
En la leyenda, el lobo que alimentas se hace más fuerte. En las organizaciones podemos alimentar nuestro victimismo, nuestra apatía y nuestro aburrimiento. Podemos alimentar nuestro cinismo sobre los demás y utilizarlo como excusa para no preocuparnos por la misión o el propósito. Si prestamos atención al interés propio, utilizamos esa lente para ver las motivaciones de los directivos y líderes. Desestimaremos lo que dicen porque siempre hay una motivación que les sirve a ellos mismos primero por encima de los demás, incluyendo la organización, los clientes, los empleados y el medio ambiente.
Pero también podemos elegir prestar atención a otras posibilidades. Que las personas con las que trabajamos están trabajando juntas por un propósito superior. Que se ayuden mutuamente a ser mejores. Que están motivados por un propósito y por mejorar el mundo. Si usamos esto como lente, nos acercamos a los demás con una intención cooperativa. Vemos lo bueno en los demás en lugar del ego, la ira, la arrogancia, el resentimiento, etc.
Podemos elegir a qué lobo alimentar.
Noticias vs. experiencia
Me llama la atención la creciente brecha entre lo que experimento en mi trabajo de consultoría y la forma en que nuestra sociedad es retratada por las noticias. Nuestra información política sugiere que ya nadie trabaja para el país, que todos están centrados en sí mismos o en su partido. Las noticias alimentan esta narrativa y esa acción la hace más fuerte. Sin embargo, en mi día a día, descubro que las personas de todo el espectro político pueden y quieren trabajar juntas para hacer que sus comunidades sean más fuertes y más equitativas para todos.
Tengo la suerte de trabajar con personas competentes, innovadoras y decididas todo el tiempo. Son amables, dignos de confianza, se preocupan por la gente y sus comunidades y «hacen el bien» de forma habitual. Lo que nos hace prestar atención ayuda a fortalecer este tipo de comportamiento.
La visión del mundo y el «lobo» que alimentamos se hace más fuerte.