Por Alyse Wax
Era un día frío y lluvioso en Filadelfia. El 25 de febrero de 1957, mientras hurgaba en una parte de Susquehanna Road que se utilizaba como vertedero de basura y electrodomésticos viejos, Frederick Benonis encontró lo que en un principio pensó que era una muñeca, metida en una caja de moisés. Como había tenido problemas con la policía en el pasado por su costumbre de espiar a las niñas, no lo denunció, pero está claro que no estaba convencido de que fuera una muñeca.
A la mañana siguiente, en la radio, escuchó una noticia sobre una niña de cuatro años desaparecida. ¿Era esa la «muñeca» que había descubierto ayer? Tras consultar con varias personas, finalmente llamó a la policía.
Envuelto en una manta de franela barata había un niño desnudo y malherido. (La niña sería encontrada una semana después: se había metido en una casa vacía cerca de la suya para jugar, se encerró en un armario y murió de hambre antes de ser encontrada). La policía estimó que el niño tenía entre cuatro y seis años, con un juego completo de dientes de leche. Se determinó que la causa de la muerte fue un traumatismo craneoencefálico grave, pero su cuerpo mostraba signos de años de abusos. Estaba muy desnutrido; cubierto de moratones; tenía una cicatriz en forma de L bajo la barbilla; y cicatrices quirúrgicas en el tobillo y la ingle.
Aunque el caso era trágico, la policía pensó que se resolvería con bastante rapidez. Al menos, pensaron que el niño sería identificado rápidamente. Después de todo, un niño rara vez desaparece sin que alguien se dé cuenta. Pero con el paso de los días y las semanas, nadie se presentó a reclamar el cuerpo ni a identificar al niño. Tras el descubrimiento del niño, cientos de reclutas de la academia de policía recorrieron el bosque en busca de pistas. El periódico local distribuyó 200.000 folletos, incluyéndolos incluso en las facturas de gas y electricidad. La policía incluso escenificó fotos del niño, vestido y posando como si estuviera vivo.
Hasta hoy, el niño no ha sido identificado. Se le conocía simplemente como «El niño de la caja», hasta que en 1998 un segmento del programa America’s Most Wanted provocó un aumento del interés por el caso. Su cuerpo fue exhumado de una tumba genérica en un campo de alfareros para tomar una muestra de ADN. Lo volvieron a enterrar en el cementerio Ivy Hill de Filadelfia, en una parcela donada con una lápida en la que se leía: «El niño desconocido de Estados Unidos»
Esto no significa que no haya habido teorías y pistas a lo largo de los años. Una sugería que el niño había sido un inmigrante, pero todos los inmigrantes debían ser vacunados. El niño no lo había hecho.
Otra posibilidad era que el niño fuera Steven Damman, un niño que desapareció en Nueva Jersey en Halloween de 1955. Marilyn Damman dejó a sus dos hijos fuera mientras iba al supermercado. Cuando volvió, ya no estaban. La niña, Pamela, fue encontrada a una manzana de distancia, todavía atada a su cochecito. Steven no estaba en ninguna parte. Tendría más o menos la misma edad, era rubio y de ojos azules como el niño de la caja. También tenía una cicatriz a juego debajo de la barbilla. Sin embargo, Damman se había roto el brazo y el niño de la caja no. La prueba de ADN de 1998 confirmó finalmente que el niño de la caja no era Steven Damman, que nunca fue encontrado.
En 1961, una pareja de feriantes fue detenida por la muerte de su hija, que fue encontrada en el bosque, envuelta en una manta y muerta por maltrato y desnutrición. La pareja tenía diez hijos, y varios estaban «desaparecidos». Finalmente se descubrió que otros cuatro de sus hijos habían muerto por negligencia y abusos. Ninguno de sus hijos era el niño de la caja.
Un informante recordó haber visto a una mujer y a un niño al lado de la carretera, descargando una caja del maletero de su coche. Cuando se detuvo para ayudar, pensando que podían tener una rueda pinchada, no le dijeron nada y parecieron moverse para ocultar su identidad y la matrícula del coche. La policía no pudo localizar a la mujer ni al niño. Varios años después, una mujer fue detenida por tirar el cadáver de su hija de tres años. Se ajustaba a la descripción de esta mujer, pero tras el interrogatorio se determinó que no tenía nada que ver con el niño.
En febrero de 2002, una pista muy prometedora vino de un psiquiatra, que llamaba en nombre de una mujer a la que sólo se conocía como M. Durante una entrevista de tres horas, M habló de su infancia. Su madre había comprado un niño en 1954 a sus padres biológicos. Abusó física y sexualmente del niño, al igual que hizo con M. Después de que el niño enfermara en la bañera, la madre se enfureció y lo golpeó hasta la muerte. Envolvió al niño en una manta, lo metió en el coche y se llevó a M con ella para deshacerse de él. Según M, un hombre ofreció su ayuda a las mujeres, pero cuando se apartaron de él, se marchó en coche.
La historia de M parecía coincidir mucho con la del informante. Sin embargo, M sufría graves problemas de salud mental que la convertían en una testigo poco fiable, y no aportó ninguna información que no hubiera sido de dominio público. Los investigadores encontraron la casa en la que vivía M y no hallaron ninguna prueba que la corroborara.
Un investigador de la oficina del médico forense, Remington Bristow, no quiso abandonar el caso. Estaba tan empeñado que pidió consejo a una vidente de Nueva Jersey, que dijo que el niño procedía de una casa que describió con todo detalle, a pesar de no haber estado nunca en Filadelfia.
La casa que describió, a menos de tres kilómetros de donde se encontró al niño, era un hogar de acogida, dirigido por Arthur y Catherine Nicoletti. En cualquier momento, la pareja tenía hasta veinte niños de acogida viviendo con ellos, así como la hija de veinte años de Catherine de un matrimonio anterior, Anna Marie. Se dice que Anna Marie tenía problemas mentales y tuvo cuatro hijos fuera del matrimonio. Tres nacieron muertos y el cuarto murió electrocutado en 1955 en una atracción. Cuando el negocio cerró, Bristow asistió a una vista previa de la subasta, y encontró un moisés que habría venido en la caja en la que se había descubierto al niño, así como mantas similares a la que el niño había sido envuelto.
Bristow estaba convencido de que los Nicoletti tenían algo que ver con el niño de la caja. La policía había investigado la casa de acogida durante la investigación inicial, y no encontró ninguna conexión. Pero Bristow era inflexible y, en 1984, convenció a la policía para que volviera a interrogar a Arthur. De nuevo, no encontraron ninguna conexión. Cuando Arthur se negó a someterse a la prueba del detector de mentiras, Bristow estaba aún más convencido de que estaba involucrado. Bristow murió en 1993, sin estar más cerca de una solución. El detective Tom Augustine se hizo cargo de la causa de Bristow y volvió a entrevistar a Arthur en 1998. Una vez más, no encontró nada que conectara a los Nicoletti con el crimen.
¿Qué opinas? ¿Estaban los Nicoletti involucrados? Podrían ser correctos los recuerdos de M? ¿Fue un horrible accidente que sus padres estaban demasiado avergonzados como para admitirlo?
Hasta hoy, el caso del niño de la caja no ha sido resuelto. El niño de la caja nunca ha sido identificado. Pero los investigadores no se dan por vencidos. Para más información, o para enviar tu propia pista, visita AmericasUnknownChild.net
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