El requisito básico para una buena confesión es tener la intención de volver a Dios con todo el corazón, como el hijo pródigo (en Lucas 15), y reconocer tus pecados con verdadero dolor ante el sacerdote, que está allí para recordarte a Cristo.
La sociedad moderna ha perdido el sentido del pecado. Como seguidores católicos de Cristo, debemos esforzarnos por reconocer el pecado en nuestras acciones, palabras y omisiones diarias. El examen de conciencia nos ayuda a hacerlo. Para hacer un buen examen de conciencia y vivir una vida en correcta relación con Dios, sus leyes y la felicidad que Él desea para nosotros, también es fundamental que cada uno de nosotros desarrolle una conciencia bien formada.
¿Qué es un examen de conciencia?
Un examen de conciencia es una revisión de los pensamientos, palabras y acciones pasadas de uno con el propósito de discernir su conformidad o disconformidad con la ley moral (NewAdvent.org). En otras palabras, un examen de conciencia te ayuda a identificar los momentos de tu vida en los que has complacido a Dios con tu virtud -las cosas buenas que has hecho o dicho- o cuando, por el contrario, has caído en el pecado. Si examinas tu conciencia para descubrir y reflexionar sobre tus pecados, puedes llevar esos pecados descubiertos ante Dios en el Sacramento de la Confesión y pedirle perdón.
Aquí tienes varios exámenes de conciencia para que elijas. Busca uno que te guste, imprímelo y utilízalo mientras te preparas para la Confesión. Incluso puedes llevarlo contigo al confesionario!
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Para crecer en la virtud y «salir» del pecado, deberías hacer un breve examen de conciencia cada noche antes de acostarte. Recuerda todos tus pecados veniales del día y pide perdón a Dios. Si has cometido un pecado mortal, asegúrate de confesarte lo antes posible.