Fronteras de la Neurociencia

Introducción

Trabajos innovadores recientes en psicología aplicada han establecido que hacer que la gente sea consciente del comportamiento de los demás es una técnica útil para inducir un cambio de comportamiento positivo a nivel social. Por ejemplo, es más probable que los contribuyentes paguen lo que deben cuando saben que los demás lo hacen (Coleman, 2007; Cabinet Office UK Behavioural Insights Team, 2012), los propietarios de viviendas disminuyen su consumo de energía cuando se les informa de que utilizan más energía que sus vecinos (Schultz et al., 2007; Slemrod y Allcott, 2011), y es más probable que las personas hagan donaciones a una organización benéfica si se considera la norma social (Alpizar et al., 2008; Smith et al., 2015). Muchas de estas estrategias se han aplicado con éxito en los últimos años, aunque de forma algo puntual. Sin embargo, una mejor comprensión de los mecanismos de la influencia social y la conformidad, tanto desde el punto de vista cognitivo como neural, es importante para ampliar estas técnicas a otros ámbitos de interés para los responsables políticos.

En el transcurso de la última década, un conjunto creciente de trabajos ha examinado los correlatos neurocognitivos de la influencia social (para revisiones, véase Falk et al., 2012; Morgan y Laland, 2012; Izuma, 2013; Schnuerch y Gibbons, 2014; Cascio et al., 2015). Estos estudios se han centrado en diversos aspectos de la influencia social, que van desde cómo la opinión de los demás afecta a la valoración y la percepción de estímulos simples (Berns et al., 2005; Mason et al., 2009; Chen et al., 2012; Stallen et al., 2013; Tomlin et al., 2013; Trautmann-Lengsfeld y Herrmann, 2013) hasta opciones de elección más complejas y realistas (Klucharev et al., 2009; Berns et al, 2010; Campbell-Meiklejohn et al., 2010; Zaki et al., 2011; Huber et al., 2015), y por último, a qué mecanismos cerebrales subyacen a la conformidad a largo plazo, cómo la mera presencia de los compañeros impacta en la actividad cerebral y conduce a cambios en las decisiones de riesgo y confianza (Steinberg, 2007; Chein et al., 2011; Fareri et al., 2012, 2015), y cómo el cerebro concilia la influencia engañosa (Edelson et al., 2011, 2014; Izuma, 2013). El objetivo de esta revisión focalizada no es resumir estos trabajos, sino explorar hasta qué punto estos estudios de neuroimagen pueden contribuir a nuestra comprensión de la psicología de la influencia social, y qué direcciones prometedoras nos esperan en el futuro. En concreto, aunque la influencia social es un término amplio que describe el impacto de los demás en nuestro comportamiento y opiniones, aquí nos centramos en los estudios sobre la conformidad, refiriéndonos a la alineación real de las opiniones o comportamientos de las personas con los de los demás. Esta revisión se estructura en torno a tres formas en las que se ha sugerido que la neuroimagen contribuye a la psicología (Moran y Zaki, 2013), a saber, el papel de la neuroimagen en (i) la identificación de los mecanismos fundamentales que subyacen al comportamiento, (ii) la disociación entre las teorías psicológicas que hacen predicciones de comportamiento similares, y (iii) el uso de la actividad cerebral para predecir el cambio de comportamiento posterior.

CONCEPTO CLAVE 1. La influencia social
La influencia de los demás en nuestras actitudes, opiniones y comportamientos. La influencia social puede adoptar muchas formas, entre ellas la conformidad (véase el concepto clave 2), la reactancia (adoptar deliberadamente una opinión contraria a la de los demás), la persuasión (cambiar de opinión basándose en apelaciones a la razón o a la emoción) y la influencia minoritaria (cuando un individuo o un pequeño grupo ejerce influencia sobre la mayoría).

CONCEPTO CLAVE 2. Conformidad
Alinear la actitud, la opinión o el comportamiento de uno con los de los demás. La psicología social distingue dos motivos de conformidad. La conformidad informativa se produce cuando se adopta la opinión de los demás porque se supone que éstos poseen más conocimientos sobre la situación. La conformidad normativa se refiere al acto de ajustarse a las expectativas positivas de los demás para caer bien y ser aceptado por ellos.

Mecanismos de la conformidad

Un número creciente de estudios neurocientíficos sugieren que la conformidad recluta señales neuronales que son similares a las implicadas en el aprendizaje por refuerzo (Klucharev et al., 2009; Campbell-Meiklejohn et al., 2010; Kim et al., 2012; Shestakova et al., 2013). Por ejemplo, en el estudio de Klucharev et al. (2009), se pidió a los participantes que calificaran rostros femeninos y luego vieron los supuestos juicios agregados de otros calificadores. Al ver esas caras por segunda vez, se demostró que las valoraciones de los participantes cambiaban en la dirección de los juicios del grupo. Los resultados de las neuroimágenes demostraron que, cuando las valoraciones individuales diferían de las del grupo, aumentaba la actividad en la zona cingulada rostral, un área de la corteza prefrontal medial implicada en el procesamiento del conflicto (Ridderinkhof et al., 2004), mientras que disminuía la actividad en el núcleo accumbens, un área asociada a la expectativa de recompensa (Knutson et al., 2005). Curiosamente, la amplitud de estas señales predecía la conformidad, de manera que cuando esta incongruencia era grande (aunque todavía no se ha determinado exactamente qué magnitud debe tener esta discrepancia para desencadenar la conformidad), las personas ajustaban su comportamiento y alineaban su opinión con la del grupo (Klucharev et al., 2009). Otros estudios también han informado de señales de discrepancia neuronal similares que reflejan la desviación de la propia evaluación y una opinión externa destacada (Campbell-Meiklejohn et al., 2010; Deuker et al., 2013; Izuma y Adolphs, 2013; Lohrenz et al., 2013).

Concepto clave 3. Aprendizaje por refuerzo
El aprendizaje por refuerzo es el aprendizaje del entorno por ensayo y error. Al encontrarse con resultados positivos y negativos, los individuos aprenden con el tiempo qué acción seleccionar para maximizar la recompensa. En la investigación de la conformidad, la aceptación por parte del grupo se considera típicamente como la recompensa y la adecuación de la actitud, la opinión o el comportamiento de uno con los de los demás como el medio para lograr este resultado.

En consonancia con trabajos anteriores que muestran que las regiones del córtex prefrontal medial están asociadas con el ajuste del comportamiento tras resultados positivos/negativos o inesperados (Ridderinkhof et al., 2004), se ha encontrado que la actividad en esta región, ligeramente más anterior que la actividad frontal medial reportada por Klucharev et al. (2009), codifica no sólo la conformidad hacia el grupo que gusta, sino que también se ha demostrado que se correlaciona con los ajustes de comportamiento lejos del grupo que no gusta (Izuma y Adolphs, 2013, y ver Izuma, 2013 para una visión general de las activaciones frontales mediales en los estudios de conformidad social). Para probar el papel causal de la corteza frontal medial en la conformidad, los investigadores utilizaron la estimulación magnética transcraneal (EMT) para regular temporalmente a la baja esta área con el fin de examinar si esto interfería con los ajustes de comportamiento a las opiniones del grupo (Klucharev et al., 2011). De hecho, la regulación a la baja transitoria de esta región pareció reducir el cambio conductual, confirmando la participación crítica de la corteza prefrontal medial posterior en la conformidad. Creemos que esta investigación demuestra un claro papel de la neuroimagen funcional para dilucidar mejor los sistemas precisos que sustentan la conformidad social. Aunque hemos utilizado aquí el mecanismo de aprendizaje por refuerzo como ejemplo de cómo podemos entender mejor el comportamiento social complejo examinando los procesos básicos, se requieren investigaciones futuras para obtener más información sobre los procesos exactos que subyacen a la conformidad. Por ejemplo, hasta la fecha se desconoce si la desviación de la opinión del grupo desencadena señales reales de error de predicción de recompensa dependientes de la dopamina, o si la conformidad se procesa de diferentes maneras.

Validación de las teorías psicológicas

Además de identificar con mayor precisión los mecanismos neuronales de la conformidad, la neurociencia puede ayudar a adjudicar entre las teorías psicológicas que compiten entre sí y que hacen predicciones conductuales similares con respecto a la razón por la que la gente se conforma. Por ejemplo, uno de los primeros estudios de neuroimagen sobre la influencia social pretendía determinar si la conformidad está en función de una decisión explícita de coincidir con las elecciones de los demás, o si la presencia de los demás cambia realmente la percepción real de los individuos o su enfoque atencional (Berns et al., 2005). Utilizando fMRI y una tarea de rotación mental, los autores examinaron los correlatos neuronales de la conformidad frente a la retroalimentación incorrecta de los compañeros respecto al grado de rotación de una figura abstracta. La conformidad con la retroalimentación incorrecta alteró la actividad dentro de las regiones visuales corticales y parietales que estaban involucradas en el desempeño de la tarea de rotación mental en sí. Basándose en la implicación de estas regiones en la percepción y en la ausencia de actividad en las regiones frontales de toma de decisiones, los autores concluyeron que el cambio conductual en este estudio se debió a una modificación de los procesos perceptivos de bajo nivel, en contraposición a una decisión de conformidad tomada a nivel ejecutivo. Aunque se justifica la precaución al utilizar este tipo de técnicas de inferencia inversa para establecer el conocimiento de los procesos cognitivos precisos (Poldrack, 2006), el apoyo adicional a la hipótesis de que la conformidad social puede afectar al procesamiento cognitivo básico proviene del trabajo de electroencefalografía (EEG) que muestra que la desviación de la norma de un grupo de pares puede impactar en las señales cerebrales visuales tempranas (Trautmann-Lengsfeld y Herrmann, 2013, 2014).

Otro enfoque de la investigación de neuroimagen ha sido investigar si ver la opinión de los demás puede realmente cambiar las verdaderas preferencias de los individuos, poniendo a prueba las teorías psicológicas sociales que distinguen las modificaciones genuinas de la actitud de la mera conformidad pública en la que las personas se conforman sin cambiar su verdadera actitud (Cialdini y Goldstein, 2004). Esta dirección ha resultado prometedora, al demostrar que la influencia social modera la actividad en el estriado y el córtex prefrontal ventromedial. Se sabe que estas dos áreas cerebrales están implicadas en el procesamiento de las recompensas y se cree que trabajan conjuntamente para codificar el valor subjetivo (Bartra et al., 2013). La señal a través de estas áreas aumentó cuando los participantes vieron símbolos simples y abstractos que habían sido calificados en popularidad por sus compañeros (Mason et al., 2009), además de cuando a los participantes se les presentaron estímulos concretos reales como caras y canciones que les gustaban a otros (Klucharev et al., 2009; Campbell-Meiklejohn et al., 2010; Zaki et al., 2011). En conjunto, estos hallazgos sugieren que el comportamiento y la opinión de los demás pueden, de hecho, influir directamente en la representación neural del valor asociado a determinados estímulos, y demuestran cómo la neuroimagen puede ayudar a desentrañar la verdadera conformidad del simple cumplimiento público. Como tal, este enfoque proporciona información valiosa para validar y ampliar las teorías psicológicas de la conformidad.

CONCEPTO CLAVE 4. Conformidad
La conformidad se refiere a una forma superficial de conformidad cuando los individuos expresan la misma opinión o comportamiento que el grupo pero no cambian su actitud o creencia subyacente real. La conformidad también se conoce como conformidad pública y es lo contrario de la conformidad privada, o internalización, cuando las personas creen realmente que el grupo tiene razón y se produce un cambio real de preferencias.

Predecir el cambio de comportamiento

Una tercera forma en la que la investigación neurocientífica puede contribuir a una mejor comprensión de la influencia social es en su capacidad para utilizar los datos del cerebro para predecir directamente el comportamiento. Por ejemplo, la fuerza de la señal de discrepancia en respuesta a un conflicto entre el juicio propio y el de un grupo no sólo predijo la conformidad posterior, sino que la actividad dentro del estriado también se correlacionó con las diferencias individuales, y los participantes que ajustaron su opinión en respuesta al desacuerdo del grupo mostraron menores activaciones en esta área que los participantes que no ajustaron sus puntos de vista (Klucharev et al., 2009). Las diferencias individuales en la tendencia a alinear el comportamiento propio con el grupo también se han asociado con diferencias funcionales y estructurales en el córtex orbitofrontal (Campbell-Meiklejohn et al., 2012a; Charpentier et al., 2014). Además, estas tendencias pueden ser moduladas por la administración de oxitocina (Stallen et al., 2012), una hormona implicada en una amplia gama de comportamientos sociales, así como por el metilfenidato, un agonista indirecto de la dopamina y la noradrenalina (Campbell-Meiklejohn et al., 2012b).

Una extensión interesante de esta investigación de laboratorio, y que ha recibido relativamente poca atención hasta la fecha, es hasta qué punto la actividad neural puede predecir el cambio conductual real a largo plazo, medido en decisiones del mundo real. Un estudio demostró que la señal de discrepancia en la corteza frontal medial podía predecir el cambio de preferencia varios meses después (Izuma y Adolphs, 2013). Sin embargo, este hallazgo podría explicarse potencialmente por la tendencia general a ser coherente con el propio comportamiento anterior, ya que los participantes ya habían calificado explícitamente los estímulos una vez antes en este experimento. Un estudio de seguimiento que eludió este problema demostró efectos de conformidad robustos por los que los juicios de atractivo facial se alteraban al conocer las opiniones de los demás, y este efecto duró hasta 3 días (Huang et al., 2014). También se encontraron efectos persistentes de conformidad en un estudio que examinaba el impacto de la presión social en el cambio de memoria (Edelson et al., 2011). Los participantes en este estudio fueron expuestos a recuerdos incorrectos de otros coobservadores mientras se les hacían preguntas sobre un documental que habían visto. Tras una semana de retraso, se les volvió a hacer la prueba y, aunque se les informó de que las respuestas que habían oído antes se habían determinado realmente al azar, los participantes siguieron mostrando una fuerte tendencia a ajustarse a los recuerdos erróneos del grupo y, lo que es más importante, los datos de neuroimagen indicaron que la influencia social modificó la representación neural de los recuerdos. En concreto, tanto la actividad en la amígdala en el momento de la exposición a la influencia social, como la fuerza de la conectividad entre esta área y el hipocampo, predijeron errores de memoria duraderos y persistentes. El progreso futuro en este campo podría centrarse en cómo este trabajo se extiende al ámbito de la salud pública, como se discute en la siguiente sección.

Conclusión y direcciones futuras

Aunque en su relativa infancia en términos de un cuerpo sustantivo de investigación experimental, la neurociencia, y en particular la neuroimagen funcional, tiene mucho que ofrecer al estudio de la influencia social. El conocimiento de los mecanismos neuronales que subyacen a la conformidad puede utilizarse para restringir las teorías psicológicas existentes, así como para construir otras nuevas, y puede ayudar a comprender qué procesos cognitivos precisos están implicados. Para ello, un próximo paso productivo es comprender mejor cómo interpretar la actividad cerebral. Por ejemplo, ¿la señal de discrepancia en el córtex frontal medial en respuesta a un conflicto entre la propia opinión y la de un grupo refleja el proceso de reevaluación cognitiva y el subsiguiente ajuste de la actitud, o más bien indica un aumento del afecto negativo que, a su vez, puede motivar el cambio de comportamiento? También son posibles otras interpretaciones, por ejemplo, las teorías de que la actividad frontal medial refleja el reclutamiento de los procesos de la teoría de la mente (Gallagher y Frith, 2003), la experiencia del conflicto (Pochon et al., 2002; Klucharev et al., 2009) o, más generalmente, una violación de las expectativas (Chang y Sanfey, 2013). Por supuesto, las áreas cerebrales no suelen participar de forma selectiva en un único proceso psicológico, sino que están implicadas en múltiples cálculos, por lo que la interpretación de la actividad cerebral basada únicamente en los hallazgos de la investigación aquí expuesta es un reto. Naturalmente, el creciente número de estudios en esta área ayudará a delinear los procesos precisos involucrados, y los enfoques metodológicos convergentes también son prometedores en este sentido. Por ejemplo, los datos adicionales de tareas de localización independientes dentro de los mismos participantes pueden ser útiles para determinar el proceso psicológico en el que se involucra un área cerebral (Zaki et al., 2011; Izuma y Adolphs, 2013), y el uso de meta-análisis, enfoques de conectividad funcional que evalúan los cálculos de la red neuronal, y bases de datos a gran escala también pueden ayudar a reducir el conjunto potencial de hipótesis (Poldrack, 2011). Una útil base de datos de meta-análisis en línea es la plataforma Neurosynth, que permite realizar meta-análisis automatizados a gran escala de datos de imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) (Yarkoni et al., 2011).

Sugerimos que una dirección futura prometedora específica para que la neurociencia contribuya a la comprensión de la influencia social es investigar más a fondo las emociones que impulsan los ajustes de comportamiento debido a la conformidad. Por ejemplo, las personas pueden alinear sus preferencias con las de otros porque se afilian y, por tanto, sienten la necesidad de pertenecer a un grupo (Tafarodi et al., 2002; Cialdini y Goldstein, 2004). Sin embargo, las emociones negativas, como el miedo a la exclusión social o un sentimiento de vergüenza o culpa por tener opiniones diferentes, también podrían ser impulsores de la conformidad (Janes y Olson, 2000; Berns et al., 2010; Yu y Sun, 2013). La combinación de metodologías neurocientíficas con paradigmas conductuales inteligentes puede proporcionar una visión sustancialmente mayor de las emociones específicas que subyacen a la conformidad en un contexto determinado, ya que la evidencia acumulada sugiere que los datos de neuroimagen pueden apoyar las inferencias sobre los estados afectivos (Knutson et al., 2014). Se puede esperar que el uso de métodos innovadores, incluidas las técnicas de imágenes cerebrales multivariadas, mejore el mapeo de la actividad cerebral tanto en la experiencia afectiva como en el comportamiento en un futuro próximo (Formisano y Kriegeskorte, 2012).

La evidencia de laboratorio acumulada aliada con estos probables desarrollos futuros antes mencionados demuestra una gran promesa en la construcción de modelos neuronales y psicológicos mejorados de conformidad social. Una mejor comprensión de los procesos que impulsan la conformidad no sólo es interesante desde una perspectiva científica, sino que también proporciona ideas prácticas relevantes para la política social. Las campañas políticas suelen intentar motivar el cambio de comportamiento mediante el uso de la influencia social, como los programas que desalientan el consumo de tabaco entre los adolescentes haciendo hincapié en la desaprobación por parte de los compañeros, o que reducen el consumo de alcohol en las escuelas corrigiendo las creencias prevalentes, aunque falsas, sobre el comportamiento de los demás (Neighbors et al., 2004; Youth smoking prevention: truth campaign USA1). Aunque las campañas de influencia social como éstas pueden ser a veces eficaces, también hay muchos casos en los que fracasan (Clapp et al., 2003; Granfield, 2005). Una comprensión más profunda de los procesos que tanto facilitan como impiden la conformidad social ayudará, sin duda, a predecir cuándo y cómo puede producirse el cambio de comportamiento, y tiene el potencial de proporcionar hipótesis útiles que pueden ponerse a prueba en experimentos de campo en el mundo real.

Declaración de conflicto de intereses

Los autores declaran que la investigación se llevó a cabo en ausencia de cualquier relación comercial o financiera que pudiera interpretarse como un potencial conflicto de intereses.

Agradecimientos

Este trabajo fue apoyado por subvenciones del Consejo Europeo de Investigación (ERC313454) y el Instituto Donders para el Cerebro, la Cognición y el Comportamiento, Nijmegen, Países Bajos (FOCOM).

Biografía del autor

sí Mirre Stallen es actualmente investigadora postdoctoral en el departamento de Psicología de la Universidad de Stanford. Antes de trasladarse a Estados Unidos, ocupó un puesto posdoctoral en el Instituto Donders para el Cerebro, la Cognición y el Comportamiento de la Universidad Radboud de Nijmegen, en los Países Bajos. Obtuvo su doctorado en la Universidad Erasmus de Rotterdam (Países Bajos). Sus intereses de investigación se centran en la comprensión de los procesos psicológicos y neurocientíficos que subyacen a la toma de decisiones sociales, y en la aplicación de estos hallazgos de laboratorio para abordar problemas sociales del mundo real.

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