Un gobierno centralizado (también gobierno unido) es aquel en el que tanto el poder ejecutivo como el legislativo se concentran de forma centralizada en el nivel superior en contraposición a que esté más distribuido en varios gobiernos de nivel inferior. En un contexto nacional, la centralización se produce en la transferencia de poder a un estado nacional soberano típicamente unitario. A continuación, el poder ejecutivo y/o legislativo se delega mínimamente en subdivisiones unitarias (estado, condado, municipio y otras autoridades locales). La tradición clásica atribuye a Menes, un antiguo faraón egipcio de la primera época dinástica, el mérito de haber unido el Alto y el Bajo Egipto y, como fundador de la primera dinastía (Dinastía I), se convirtió en el primer gobernante que instituyó un gobierno centralizado.
Todos los gobiernos constituidos están, hasta cierto punto, necesariamente centralizados, en el sentido de que incluso un estado federado o federal ejerce una autoridad o prerrogativa más allá de la de sus partes constituyentes. En la medida en que una unidad básica de la sociedad -concebida normalmente como un ciudadano individual- confiere autoridad a una unidad mayor, como el Estado o la comunidad local, la autoridad está centralizada. La medida en que esto debe ocurrir, y las formas en que el gobierno centralizado evoluciona, forma parte de la teoría del contrato social.