La mayoría de las mujeres adictas a la cocaína están en edad fértil. Las estimaciones sugieren que alrededor del 5% de las mujeres embarazadas consumen una o más sustancias adictivas,25 y que hay alrededor de 750.000 embarazos expuestos a la cocaína cada año.26 Aunque las mujeres pueden ser reacias a informar de los patrones de consumo de sustancias debido al estigma social y al miedo a perder la custodia de sus hijos, deben ser conscientes de que el consumo de drogas durante el embarazo se asocia a riesgos específicos que pueden reducirse con una atención adecuada.
El consumo de cocaína durante el embarazo se asocia a migrañas y convulsiones maternas, a la rotura prematura de membranas y a la separación del revestimiento de la placenta del útero antes del parto.25 El embarazo va acompañado de cambios cardiovasculares normales, y el consumo de cocaína los exacerba, provocando a veces graves problemas de presión arterial alta (crisis hipertensivas), abortos espontáneos, partos prematuros y partos difíciles.26 Las mujeres embarazadas que consumen cocaína deben recibir la atención médica y psicológica adecuada -incluyendo el tratamiento de la adicción- para reducir estos riesgos.25
El tratamiento de la adicción específico para el sexo y los servicios integrales -incluyendo la atención prenatal, el asesoramiento en salud mental, la asistencia profesional/de empleo y la formación en habilidades parentales- pueden promover la abstinencia de drogas y otros comportamientos positivos para la salud.27 Los incentivos motivacionales/gestión de contingencias (véase «Intervenciones conductuales») como complemento de otro tratamiento de la adicción es una estrategia especialmente prometedora para involucrar a las mujeres en la atención prenatal y el asesoramiento sobre el consumo de sustancias.28
Es difícil estimar el alcance total de las consecuencias del consumo de drogas por parte de la madre y determinar el peligro específico de una droga concreta para el feto. Esto se debe a que múltiples factores -como la cantidad y el número de todas las drogas consumidas, incluyendo la nicotina o el alcohol; el grado de atención prenatal; la exposición a la violencia en el entorno; las condiciones socioeconómicas; la nutrición materna; otras condiciones de salud; y la exposición a enfermedades de transmisión sexual- pueden interactuar para influir en los resultados de la madre y el niño.26,29,30 Del mismo modo, los estilos de crianza, la calidad de la atención durante la primera infancia, la exposición a la violencia y el uso continuado de drogas por parte de los padres son fuertes factores ambientales que influyen en los resultados.31,32
Los bebés que nacen de madres que consumen cocaína durante el embarazo suelen ser prematuros, tienen un peso bajo al nacer y un perímetro cefálico menor, y son más bajos que los bebés que nacen de madres que no consumen cocaína.26,29,30 Las funestas predicciones sobre la reducción de la inteligencia y las habilidades sociales de los bebés que nacen de madres que consumen crack durante el embarazo en la década de 1980 -los llamados «bebés del crack»- fueron muy exageradas. Sin embargo, el hecho de que la mayoría de estos niños no muestren déficits manifiestos graves no debe interpretarse como una indicación de que no hay motivo de preocupación.
Utilizando tecnologías sofisticadas, los científicos están descubriendo ahora que la exposición a la cocaína durante el desarrollo fetal puede conducir a déficits posteriores sutiles, aunque significativos, en algunos niños.31,32 Estos incluyen problemas de comportamiento (por ejemplo, dificultades de autorregulación) y déficits en algunos aspectos del rendimiento cognitivo, el procesamiento de la información y la atención sostenida a las tareas, capacidades que son importantes para la realización del pleno potencial de un niño.32,33 Algunos déficits persisten en los años posteriores, y los adolescentes expuestos prenatalmente muestran un mayor riesgo de sufrir problemas sutiles con el lenguaje y la memoria.34 Los escáneres cerebrales en adolescentes sugieren que el funcionamiento en reposo de algunas regiones del cerebro -incluidas las áreas implicadas en la atención, la planificación y el lenguaje- puede diferir del de los compañeros no expuestos.35 Se necesitan más investigaciones sobre los efectos a largo plazo de la exposición prenatal a la cocaína.