Juan 8:48-59
Introducción
«Yo Soy» era el nombre que Dios usaba para identificarse como Yahvé en el Antiguo Testamento y habla de su naturaleza personal eterna y su autosuficiencia. Dios se basta a sí mismo. No tiene que salir de sí mismo para nada porque es autoexistente e inmutable. Cuando Dios se reveló a Moisés como «Yo soy», en realidad estaba señalando la identificación de Jesús. Jesús dice en Juan 8:58 que «antes de que Abraham naciera, yo soy». En esta declaración, Jesús se equipara a sí mismo con Dios.
Sigue compartiendo en el libro de Juan las diversas áreas en las que Él es el «Yo Soy». Él es el pan de vida (Juan 6:35), la provisión y el proveedor de vida eterna y abundante. Él es la luz del mundo (Juan 8:12), trayendo luz a un mundo oscuro porque Su presencia se ocupa del problema del pecado. Jesús es la puerta (Juan 10:9), la entrada al Reino de Dios. Como buen pastor (Juan 10:11, 14), Jesús guía a su pueblo y cuida de su rebaño. Jesús es la resurrección y la vida (Juan 11:25), en el sentido de que, gracias a Jesucristo, el hombre no tiene que morir y estar separado de Dios por la eternidad. Dado que Jesús es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6), Él es el medio por el que entramos en relación con Dios, y es el definidor final de lo que es la realidad. En Juan 15:1 y 15:5, vemos que Jesús es la verdadera vid y proporciona sustento y alegría cuando permanecemos en Él. Estas descripciones de Jesús ilustran tanto su autosuficiencia como la abrumadora bendición que el creyente recibe a través de una relación con el Salvador.
Jesús es también nuestro protector divino. Jesús, el gran «Yo soy», proporcionó protección a Moisés cuando lo envió ante el Faraón en Su nombre. Le dijo a Moisés que le dijera al Faraón que había venido en nombre del gran Yo Soy (Éxodo 3:13-15). Otro ejemplo de Jesús como protector es cuando los guardias romanos intentaron arrestar a Jesús en el huerto y no pudieron hacerlo: cuando se identificó, retrocedieron inmediatamente (Juan 18:6). Jesús también es nuestro proveedor. Debido a la autosuficiencia y al poder total de Jesús, como el «Yo Soy», Él es capaz de ser cualquier cosa que necesites que sea. Jesús el «Yo Soy» es también nuestro placer divino. En Juan 8:56, Jesús dijo: «Abraham vio mi día y se alegró». Incluso en el Antiguo Testamento, cuando Abraham se centraba en Jesucristo, el pensamiento de la redención venidera le producía alegría. De la misma manera, cuando miramos hacia Cristo y todo lo que significa su presencia, podemos encontrar alegría en medio de cualquier desafío que enfrentemos (Juan 8:56). Cuando vemos a Jesús correctamente, esto nos da una visión más amplia de Dios y una comprensión más relevante de Jesús. Esto nos lleva a descansar en la suficiencia de Cristo mientras miramos a Él como nuestra fuente para cualquier categoría de necesidad.