Todo comienza inocentemente: primero un resfriado, luego un cosquilleo en la garganta y, antes de que te des cuenta, has sido noqueado por cualquier bicho desagradable que esté haciendo el circuito de la oficina. Pero, aunque tu cuerpo te pida que te quedes en casa, esos montones de trabajo en tu mesa (y quizá incluso tu jefe) te sugieren lo contrario.
Entonces, ¿qué haces? ¿Deberías cargar con cualquier medicamento para el resfriado no somnoliento que esté rodando por los oscuros recovecos de tu cajón de los trastos y aguantarte, o mantener tus gérmenes en casa y dejar que el bicho siga su curso, evitando que tus compañeros corran la misma suerte?
Tomar tiempo libre es un asunto complicado, especialmente cuando se trata de un día no planificado como un día de enfermedad. Aunque no hay garantía de que vaya a convencer a su jefe y a sus colegas de que está mejor en casa, hay algunas cosas que puede hacer para ayudar a minimizar el contragolpe la próxima vez que se sienta mal.
Conozca las reglas (pista: no están en el manual del empleado)
Estoy dispuesto a apostar que la mayoría de nosotros con un horario estándar de 9 a 5 tiene días de enfermedad o tiempo libre personal como parte de nuestro paquete de beneficios.
Y, aunque técnicamente, seguro, se permite usar esos días, en realidad tomarlos es a menudo fuertemente desalentado por los gerentes, ya sea explícitamente («No puedo creer que Susan está tomando otro día de enfermedad»), o implícitamente (nadie ha llamado a la enfermedad desde los días de H1N1). Por otro lado, seamos sinceros: nadie quiere tener lo que tú tienes.
Aquí tienes cómo sortear este Catch 22: Antes de que te contagies de algo esta temporada, presta mucha atención a cómo reacciona tu equipo con los demás cuando llaman a la puerta para ponerse enfermo. ¿Su jefa empieza a hablar mal de alguien en cuanto se entera de que se queda en casa? Hace comentarios sobre que fulano o mengano siempre está enfermo?
Y, ¿cuál es su preferencia de notificación? Algunos jefes (entre los que me incluyo) consideran poco profesional que los empleados envíen un correo electrónico sin una llamada telefónica de seguimiento, mientras que otros prefieren ceñirse al correo electrónico para evitar una actuación similar a la de Ferris Bueller por teléfono. (Créeme, aunque estés realmente enfermo, siempre suena un poco escenificado.)
Toma nota de lo que le ha valido a un colega los simpáticos deseos de recuperación y a otro los comentarios sarcásticos, y estarás mejor preparado para dirigirte a tu jefe cuando necesites unos días de cama.
Toma la temperatura a tu equipo
Cuando estás enfermo, lo sabes. Pero aunque te sientas fatal (y pienses que te ves tan mal como te sientes), tus compañeros probablemente no se den cuenta y pueden verse sorprendidos cuando necesites tomarte un día libre.
Dar pequeñas pistas tan pronto como empieces a sentir algo es una gran manera de comprobar sus reacciones. Un comentario casual de que te sientes un poco agotado es un buen comienzo.
Averigua cómo responde tu equipo: ¿son comprensivos o empiezan a asustarse porque todos tenéis una fecha límite en unos días?
No te equivoques, no estoy sugiriendo que su reacción deba disuadirte de quedarte o de irte a casa, pero saber cómo responderán cuando hagas las maletas te ayudará a preparar mejor tu ausencia, por no mencionar que también les darás un pequeño aviso previo.
Ten en cuenta, sin embargo, que puedes exagerar esto con bastante facilidad. Todos hemos tenido ese colega que siempre está enfermo, que se enferma o que está paranoico por enfermarse. A nadie le gusta escuchar a alguien que se queja todo el tiempo, y si lo haces, las posibilidades de que alguien te tome en serio cuando realmente estás enfermo son nulas.
Hazlo fácil
Aunque no puedes controlar cómo reaccionará tu equipo ante tu ausencia, sí puedes controlar el estado en el que se encuentra tu trabajo pendiente antes de que te vayas. Por supuesto, enfermarse rara vez sucede en un horario ordenado, y eso significa que esencialmente siempre tiene que estar preparado para el escenario de «atropellado por un autobús».
He trabajado para empresas grandes y pequeñas, pero cada papel ha tenido sus propias peculiaridades únicas que sólo yo sabía cómo manejar, lo que significaba que siempre tenía que estar preparado para el improbable caso de que me atropellara un autobús (o, er, tuviera la gripe).
Para ello, siempre he mantenido una lista de tareas que requerían más tiempo, que me causaban más dolor o que provocaban algunas palabras más coloridas que mis tareas habituales, y compilé instrucciones detalladas sobre cómo manejar esas situaciones. Las mantengo impresas y claramente etiquetadas en una carpeta en mi escritorio, visible para todos, y tengo una versión guardada en una carpeta compartida a la que todo el mundo puede acceder.
Mantén la carpeta y la carpeta actualizadas, y asegúrate de que tu equipo sabe que existe. Así, si tienes que esconderte bajo las sábanas durante unos días, sabrás que tu equipo no tendrá que tirarse de los pelos intentando averiguar cómo ejecutar ese complicado informe que te llevó a la bebida antes de saber cómo hacerlo. Prepárate bien de antemano y mantén tu trabajo organizado, y te quitarás la espina de tener que cubrirte mientras te recuperas.
Por último, y más importante, una vez que te hayas preparado para unos días de recuperación fuera de la oficina, es el momento de desconectar y centrarte en mejorar. Lo mejor que puedes hacer por tu equipo es volver a ser tu estrella del rock lo antes posible. ¿No te sientes ya mejor?