Comportamiento
Los margays son extremadamente ágiles, con adaptaciones que le permiten maniobrar fácilmente entre las ramas, incluidas las patas traseras que pueden girar 180 grados, lo que hace que el margay sea el único gato capaz de descender un árbol vertical de cabeza. La cola puede medir hasta el 70% de la longitud de la cabeza y el cuerpo y actúa como contrapeso para ayudar a mantener el equilibrio. Sus grandes patas les ayudan a saltar y les permiten agarrarse a la corteza de los árboles y a las pasarelas estrechas. Se ha informado de que los margays en cautividad corren a lo largo de tendederos, saltan 4 metros en horizontal y 2,5 metros en vertical y se cuelgan de sus patas traseras para manipular objetos con sus patas delanteras.
La agilidad de los margays les permite depredar a pequeños mamíferos que, de otro modo, serían difíciles de atrapar en su hábitat arbóreo, como pequeños primates y ardillas. Pero también cazan anfibios, reptiles, aves y huevos. También les resulta útil mientras navegan por las copas de los árboles, y pueden atraparse mientras caen con rápidos movimientos para agarrarse a las ramas antes de volver a subir.
También son depredadores inteligentes y oportunistas. Los investigadores en Brasil encontraron margays alimentándose de murciélagos atrapados en las redes de niebla y también hay informes de los investigadores de campo y los habitantes de la Amazonia de margays que atraen a las presas de tamarinos imitando las llamadas de las crías de tamarinos.
La adaptación de los margays a su hábitat forestal es tal que se ven muy afectados por la reducción de sus áreas de distribución debido a la deforestación y la conversión de la tierra, ya que se niegan a cruzar las áreas abiertas sin cobertura.