En la literatura relacionada con la psicopatología se han descrito muchas fobias diferentes, pero quizás ninguna que sea tan debilitante o que tenga implicaciones graves para la salud como la cibofobia, el miedo excesivo y persistente a la comida. La fobia a la comida también se denomina «aversión a la comida o fobia al atragantamiento». La palabra Cibofobia o Sitofobia deriva del griego Sitos que significa pan y phobos que significa miedo.
El miedo a la comida y el miedo a comer en público se suelen confundir. Hay que tener en cuenta que este último es un trastorno de ansiedad social en el que el individuo se niega a comer o beber delante de los demás por miedo a pasar vergüenza. Por otro lado, la Cibofobia es persistente y los pacientes, típicamente adolescentes y niños pequeños, son incapaces de verbalizar con precisión lo que temen.
Causas de la Cibofobia
El miedo y la evitación a la comida, a masticar o a tragar líquidos suele tener su origen en un episodio negativo o traumático como atragantarse, vomitar, etc. después de comer o beber. Algunas personas siguen experimentando este miedo hasta bien entrada la edad adulta. A menudo la cibofobia se asocia con la anorexia, la bulimia y otros trastornos del comportamiento y de la alimentación.
Algunos casos de miedo a la comida son específicos en el sentido de que; el fóbico sólo tiene miedo a los alimentos perecederos como la leche y los productos lácteos, la mayonesa, etc. Esto puede ocurrir debido a una mala experiencia previa de haber comido estos alimentos caducados, lo que provoca malestar gastrointestinal. El cerebro recuerda entonces esas sensaciones cada vez que se enfrenta a una situación estresante.
Algunos niños desarrollan el miedo a la comida cuando comen delante de figuras autorizadas. El maltrato infantil, la noticia de la muerte mientras se comen algunos tipos de alimentos también puede provocar el miedo a la fobia a la comida en una mente joven.
Síntomas del miedo a la fobia a la comida
Los que padecen cibofobia lidian con muchos resultados físicos y psicológicos asociados a esta condición.
- El miedo a la comida lleva a una obsesión excesiva respecto a cómo se cocinan los alimentos o sobre las fechas de caducidad de los artículos comestibles. Esto lleva a cocinar en exceso o a evitar la carne por completo, a negarse a comer en determinados restaurantes, etc.
- Algunos fóbicos comen y beben muy poco, lo que provoca deficiencias nutricionales y problemas de salud. A menudo su condición se confunde con la anorexia u otros trastornos alimentarios.
- El fóbico vive con el miedo constante de atragantarse con la comida. Puede vomitar, llorar o tener una rabieta cuando se le obliga a comer.
- Algunos niños y adolescentes se niegan a comer alimentos sólidos. Su dieta debe complementarse con alimentos blandos ricos en proteínas y suplementos de vitaminas y minerales para mantener su salud. Su condición suele provocar discusiones en la familia. La angustia y las dificultades con los compañeros en las escuelas también son comunes.
- Los problemas relacionados con el sueño, la diuresis nocturna, las pesadillas y el rechazo a dormir solo, las rabietas y otros problemas de comportamiento también se observan con frecuencia en estos niños.
Tratamiento de la cibofobia
Se deben realizar pruebas de diagnóstico y de comportamiento estructuradas para evaluar el alcance de la evitación y el miedo del paciente a la comida. Se debe pedir al paciente que intente una serie de pasos secuenciales como: acercarse y comer tres o cuatro alimentos temidos, sentarse junto a la comida, sostener una cuchara, llenarla de comida, levantar la cuchara, tocar la comida en sus labios, llevar la comida a la boca, masticarla y tragarla. Los padres/terapeutas deben anotar los distintos síntomas a lo largo de estos diferentes pasos. En casa, debe llevarse un registro diario o semanal para anotar los alimentos y bebidas que ha consumido el fóbico. Esto debe hacerse durante un período de al menos 6 meses con una sesión de revisión semanal con el terapeuta.
Los padres y los terapeutas deben proporcionar refuerzos positivos como recompensas materiales, elogios y atención al niño que sufre cibofobia. Por el contrario, los vómitos, el llanto, las rabietas, etc., deben ser ignorados.
Las terapias conductuales y cognitivas, la PNL o terapia de reprogramación neurolingüística, la hipnosis, así como las terapias de desensibilización gradual han demostrado su eficacia en el tratamiento de la Cibofobia.