La Isla de Pico, llamada así por su imponente montaña, es una de las más bellas y subestimadas de las Azores. Sólo superada por S. Miguel en tamaño, la «isla de la montaña» se alza majestuosa en medio del grupo central de las Azores, a unas 4,5 millas náuticas de la isla de Faial y a 11 millas de la isla de S. Jorge. Tiene aproximadamente 167 millas cuadradas (433 km2).
La historia de Pico se construyó en torno a su tradición ballenera y vinícola. Los famosos vinos de Pico y los viñedos designados patrimonio mundial de la UNESCO, así como la construcción de barcos de madera, son elementos contemporáneos de Pico. La caza de ballenas, ya desaparecida, dio paso a un movimiento de estudio y observación de ballenas, delfines y otros mamíferos marinos. Se pueden organizar excursiones de observación de ballenas y delfines desde Madalena o Lajes. Las erupciones volcánicas terminaron hace 300 años y Pico se considera un volcán inactivo, lo que aumenta la mística de la isla y atrae a muchos científicos.
El paisaje de la isla de Pico es una mezcla sublime de roca de lava y vegetación exótica en un escenario siempre cambiante que envuelve a esta isla escasamente poblada. Pico cuenta con algunas de las mejores piscinas de las Azores, y de vez en cuando aparece alguna playa de arena. Pico es también la isla ideal para hacer senderismo, excursiones, footing, paseos, observación de aves, ballenas y delfines, natación, pesca, paseos en bicicleta y motocross. La espeleología es también uno de los pasatiempos favoritos de Pico y de sus visitantes.
Pico es una isla en la que la tranquilidad y la paz se encuentran a la vuelta de cada esquina, aunque siempre existe la opción de escaparse al pueblo y vivir la bulliciosa cultura o algún que otro festival. Las excursiones a Faial y S. Jorge están a un viaje en ferry. Mientras que se tarda menos en conocer la isla de Faial, más pequeña, se tarda mucho en conocer Pico, ya que hay que bajarse del coche para experimentar todo lo que la isla tiene que ofrecer.