Los olmos son muy apreciados por su forma elegante y majestuosa, con ramas como fuentes extendidas, y sus hojas verdes que se vuelven doradas en otoño. Lamentablemente, el olmo americano (Ulmus americana) ya no se puede recomendar porque es vulnerable a un patógeno devastador llamado enfermedad del olmo holandés. Sin embargo, gracias en parte a la investigación del Arboreto Morton, se pueden plantar otras especies e híbridos más resistentes a la enfermedad. La mayor lección aprendida de la devastación de la enfermedad del olmo holandés es la importancia de tener una variedad de árboles a lo largo de las calles, en los parques y en los paisajes de las casas para que ninguna enfermedad o plaga que pueda llegar pueda matar a una gran parte de los árboles. El olmo americano era el árbol más popular para plantar en las florecientes ciudades del siglo XIX, de modo que en el siglo XX muchas calles estaban bordeadas únicamente por olmos y quedaban sombreadas en verano por un techo catedralicio de sus ramas. Cuando la enfermedad del olmo holandés (que en realidad se originó en Asia) se extendió a EE.UU. en la década de 1950, pudo acabar con un olmo tras otro a través de sus sistemas de raíces injertadas o con la ayuda de un escarabajo. Hoy en día, los arboricultores y silvicultores tienen cuidado de plantar una gama diversa de árboles que no sean todos vulnerables a ninguna plaga, enfermedad o condición climática en particular. Encontrará una serie de olmos resistentes a las enfermedades en el Buscador de Árboles y Plantas, y para otros árboles alternativos, puede consultar la Clínica de Plantas.
Esta especie es nativa de la región de Chicago según el libro Swink and Wilhelm’s Plants of the Chicago Region, con actualizaciones realizadas según las investigaciones actuales.
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