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Si lees sitios de salud o sigues a médicos famosos, probablemente hayas escuchado la palabra de moda «inflamación». Puede que incluso hayas oído a gente pregonando curas milagrosas como la «dieta antiinflamatoria»
¿Estás confundido?
Mucha gente piensa en la inflamación en términos de signos externos: hinchazón, hematomas y demás. Pero en realidad, la inflamación incontrolada desempeña un papel en casi todas las enfermedades importantes, incluyendo el cáncer, las enfermedades del corazón, la diabetes, la enfermedad de Alzheimer e incluso la depresión.
La inflamación se produce de forma natural en su cuerpo. Pero cuando va mal o se prolonga demasiado, puede desencadenar procesos de enfermedad. Por eso los investigadores dedican tanto tiempo a comprenderla y a desarrollar formas de contrarrestarla.
Paul DiCorleto, PhD
Instituto de Investigación Lerner
Demasiado de algo bueno
La inflamación es la primera línea de defensa de tu cuerpo contra toxinas, infecciones y lesiones.
Cuando sus células están en peligro, liberan sustancias químicas para alertar al sistema inmunológico. El sistema inmunitario envía a sus primeros respondedores -células inflamatorias- para atrapar la sustancia ofensiva o curar el tejido. A medida que se desarrolla esta compleja cadena de acontecimientos, los vasos sanguíneos filtran líquido en el lugar de la lesión, provocando la reveladora hinchazón, el enrojecimiento y el dolor. Estos síntomas pueden ser incómodos, pero son esenciales para el proceso de curación.
Éste es el problema de la inflamación: Con el tiempo, puedes terminar con demasiado de algo bueno. Con la inflamación crónica, su cuerpo está en alerta máxima todo el tiempo.
Este prolongado estado de emergencia puede causar daños duraderos a su corazón, cerebro y otros órganos. Por ejemplo, cuando las células inflamatorias permanecen demasiado tiempo en los vasos sanguíneos, favorecen la acumulación de una peligrosa placa. El cuerpo ve esta placa como algo extraño y envía más de sus primeros respondedores. A medida que la placa sigue acumulándose, las arterias pueden engrosarse, lo que hace mucho más probable un ataque al corazón o un derrame cerebral.
De forma similar, la inflamación en el cerebro puede desempeñar un papel en la enfermedad de Alzheimer. Durante muchos años se pensó que el cerebro estaba vedado a la inflamación debido a la barrera hematoencefálica -una especie de sistema de seguridad incorporado-, pero los científicos han demostrado que las células inmunitarias pueden infiltrarse, y de hecho lo hacen, en el cerebro en momentos de dificultad. Sin embargo, su papel en la progresión de la enfermedad aún no está claro.
Por qué los investigadores se centran en la inflamación
Si se suman estos procesos de la enfermedad -y muchos otros-, es fácil entender por qué la inflamación es un tema de investigación candente. Entender exactamente cómo causa la enfermedad podría conducir a mejores intervenciones y tratamientos para detenerla.
La ciencia de la obesidad ofrece un ejemplo. Estamos aprendiendo más sobre cómo la obesidad desencadena una cascada de inflamación que conduce a condiciones metabólicas como la resistencia a la insulina. Entender exactamente cómo funciona esa cascada podría conducir a tratamientos para tales condiciones.
Por ejemplo, Xiaoxia Li, PhD, del Instituto de Investigación Lerner descubrió recientemente que una proteína llamada MyD88 ayuda a coordinar la cascada inflamatoria en la obesidad. La investigación de la Dra. Li demostró que la introducción de cambios en MyD88 podía reducir la inflamación y la resistencia a la insulina en ratones alimentados con una dieta alta en grasas. Futuras investigaciones que respalden estos hallazgos podrían conducir a una mejor comprensión, e incluso a una terapia dirigida.
Lo que puedes hacer ahora
Vas a tener una inflamación ocasional por infecciones menores, alergias o lesiones. Esto es normal. Y cada golpe y moretón no requiere una medicación antiinflamatoria.
Sin embargo, puede centrarse en las opciones de estilo de vida que reducen su riesgo de inflamación crónica – el tipo que conduce a la enfermedad. Se ha demostrado que muchos factores del estilo de vida influyen en la inflamación celular: el tabaquismo, la obesidad, el estrés crónico y el consumo excesivo de alcohol, por ejemplo. Afortunadamente, usted puede controlar estos factores. Y si necesita ayuda de un profesional médico para hacerlo, está disponible.
Trabaje en un plan para dejar de fumar con su médico, y sepa que muchas personas necesitan varios intentos para encontrar el éxito al dejar el tabaco. Pregunte por un plan de pérdida de peso mediante una dieta más saludable y ejercicio, y sepa que existen medicamentos y opciones quirúrgicas para los casos más graves. Desconfíe de las afirmaciones milagrosas sobre las dietas, pero pida consejo nutricional a su médico y a un dietista titulado si es necesario. Hable con su médico sobre las técnicas de control del estrés si el trabajo o la vida familiar le agobian.
Los investigadores están aprendiendo cada día más sobre los vínculos que faltan entre la inflamación y la enfermedad. Pero hasta que tengamos más respuestas, su mejor defensa contra la inflamación es controlar los factores que puede elegir controlar.
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