Philip Kosloski – publicado el 26/09/19
Estos tres hombres son conocidos como los principales «padres fundadores» tanto del judaísmo como del cristianismo.
En las narraciones del Antiguo Testamento, hay tres figuras principales que intervienen una y otra vez. Estas figuras son conocidas como los «patriarcas» tanto del judaísmo como del cristianismo, y fueron de los primeros en seguir obedientemente la voluntad de Dios.
El primer patriarca es Abraham, cuya fe en Dios es exaltada a lo largo de la Biblia. Dios le dijo: «Ya no te llamarás Abram, sino que tu nombre será Abraham, porque te he hecho padre de una multitud de naciones» (Génesis 17:5).
El segundo patriarca es Isaac, el hijo de Abraham. Isaac aceptó libremente su destino como sacrificio a Dios y llevó la leña que habría alimentado el fuego debajo de él. Sin embargo, Dios lo perdonó debido a la fiel obediencia de Abraham y lo bendijo con hijos.
El tercer patriarca es Jacob (Israel), el hijo de Isaac. Fue bendecido por su padre sobre su gemelo Esaú, y llegaría a ser el padre de 12 tribus, formando finalmente la nación de Israel.
Cuando Dios se reveló a Moisés, invocó a estos patriarcas para que le ayudaran a identificar quién era.
Y dijo: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Y Moisés ocultó su rostro, porque tenía miedo de mirar a Dios. (Éxodo 3:6)
Jesús invocó repetidamente a los patriarcas, al igual que los primeros cristianos. Ambos trataron de asegurar al pueblo judío que Jesús era el mismo Dios de los patriarcas.
El Dios de Abraham y de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su siervo Jesús, al que entregasteis y negasteis en presencia de Pilato, cuando éste había decidido liberarlo. (Hechos 3:13)
Las historias de los patriarcas son importantes de conocer, y recuerdan el rico patrimonio de la fe cristiana que se extiende miles de años en el pasado.
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