Los quistes hepáticos se dan en aproximadamente el 5% de la población. Sin embargo, sólo un 5% de estos pacientes llegan a presentar síntomas. En general, los quistes son estructuras de paredes finas que contienen líquido. La mayoría de los quistes son únicos, aunque algunos pacientes pueden tener varios. Los síntomas asociados a los quistes hepáticos incluyen plenitud abdominal superior, malestar o dolor. Un pequeño número de pacientes sangra dentro del quiste, lo que provoca un dolor repentino e intenso en el cuadrante superior derecho y en el hombro. La hemorragia cesa por sí sola y el dolor mejora en los días siguientes. Los quistes hepáticos no afectan a la capacidad de funcionamiento del hígado. Los quistes suelen detectarse mediante ecografía o tomografía computarizada. Los quistes hepáticos simples son siempre benignos. Los únicos pacientes que requieren tratamiento para un quiste hepático son los que presentan síntomas. La simple extracción del líquido del quiste con una aguja no es eficaz porque el quiste vuelve a llenarse en varios días. El mejor tratamiento es extirpar una gran parte de la pared del quiste. Este procedimiento quirúrgico suele realizarse a través del laparoscopio, lo que requiere sólo 2-3 pequeñas incisiones y una noche de estancia en el hospital. La mayoría de los pacientes se recuperan completamente en dos semanas. El riesgo de que el quiste vuelva a aparecer es muy bajo. Un número muy reducido de pacientes (el 0,6% de la población general) padece la enfermedad del hígado poliquístico (PLD), que se caracteriza porque el hígado parece un racimo de uvas muy grandes. A lo largo de varios años, los pacientes con PLD pueden desarrollar un agrandamiento masivo del hígado, que provoca hinchazón y malestar abdominal. En casos extremos, el paciente puede tener una calidad de vida muy pobre a causa del dolor y el líquido. A diferencia de la inevitable insuficiencia renal asociada a la poliquistosis renal, que puede coexistir con la PLD, ésta no causa insuficiencia hepática. La única solución a largo plazo para los pacientes con PLD grave es el trasplante de hígado.
Tumores quísticos
A diferencia de los quistes hepáticos simples, los tumores quísticos son en realidad crecimientos que pueden convertirse en malignos en el transcurso de muchos años. El tumor quístico benigno que se observa con mayor frecuencia se denomina cistadenoma; su homólogo maligno es el cistadenocarcinoma. Los síntomas causados por los tumores quísticos son los mismos que los observados en los quistes simples: plenitud, molestias y dolor. Los análisis de sangre del hígado suelen ser normales, a menos que se haya desarrollado un cáncer. La ecografía y la tomografía computarizada son los mejores estudios de imagen para mostrar los tumores quísticos, que contienen zonas líquidas y sólidas. Debido a la posibilidad de malignidad, los tumores quísticos deben extirparse completamente con una operación abierta (no laparoscópica). La tasa de recidiva tras la cirugía es muy baja y el pronóstico a largo plazo es excelente.