NARRADOR: En 1821 México se independizó de España. El nuevo país quería desarrollar las tierras fronterizas de su norte -es decir, Texas- que comprendían la tierra entre el Río Grande y el Río Sabine, la frontera de México con los Estados Unidos. La región estaba escasamente poblada por colonos hispanos.
El gobierno mexicano abrió Texas a la colonización de inmigrantes europeos y estadounidenses. Se ofrecieron tierras en condiciones generosas. Los colonos tenían que mejorar la tierra, reconocerse como ciudadanos mexicanos y adherirse a la Iglesia Católica Romana. A cambio, el gobierno renunció a los impuestos y concedió a los colonos de Texas más libertades que las concedidas a otras provincias. Esto incluyó ceder a la presión de los propietarios de plantaciones para permitir la importación de esclavos negros, aunque el comercio de esclavos en sí estaba prohibido.
En los años siguientes, Texas experimentó un mayor crecimiento que durante los cien años anteriores de dominio español. Con este desarrollo se produjo un aumento de la influencia estadounidense. Una misión de buena voluntad a Texas en 1827 determinó que los extranjeros superaban en número a los ciudadanos mexicanos en una proporción de 10 a 1. Los funcionarios descubrieron que algunos estadounidenses en Texas no cumplían las condiciones de inmigración. Eran meros ocupantes ilegales que no pretendían seguir las leyes y la tradición mexicanas, sino que preferían imponer sus propias normas e ideales.
Preocupado por el hecho de que Texas se estuviera volviendo demasiado independiente, el gobierno mexicano tomó medidas enérgicas contra los colonos en 1830. Prohibió la inmigración -incluida la importación de esclavos- y comenzó a imponer impuestos. Se enviaron tropas para apoyar a los recaudadores de impuestos. Los ciudadanos de Texas consideraban a estas tropas como ocupantes, mientras que el gobierno mexicano veía las protestas de los tejanos como una traición. Por la misma época, Antonio López de Santa Anna asumió la presidencia de México tras un golpe de estado. Aunque inicialmente fue bien recibido, el estricto gobierno de Santa Anna alimentó la creciente disidencia entre los tejanos de ascendencia americana e hispana. En 1835 los tejanos se rebelaron, buscando la independencia de México. Su rebelión tuvo éxito y Texas se convirtió en una república independiente al año siguiente.