Puede que Johnny Rotten haya movilizado a una generación de malcontentos gruñones, pero para aquellos que eran un poco demasiado raros, sesudos y normalmente vestidos para pasar por punk, Mark E. Smith era el Mesías. Formados en Manchester, Inglaterra, en 1976 – «Formar un grupo es la idea más ridícula de la historia», dijo Smith en una ocasión a NME-, The Fall fue el megáfono de Smith, una banda cuya misión intransigente de ser intransigente les llevó a nuevos territorios de ruido, ritmo y lenguaje. Se les agrupó con el post-punk, pero su desquiciada expansión de garage-rock-meets-Krautrock era su propia bestia extraña.
Smith, que murió el miércoles a la edad de 60 años, era un poeta-punk, un bromista malhumorado y un cabecilla de una lista de bandas siempre cambiante. Decenas de músicos pasaron por las filas de The Fall durante sus 42 años de existencia, incluida la que fuera esposa del vocalista, Brix Smith, dejando una asombrosa discografía que desafió todas las nociones convencionales del rock & roll. Al mismo tiempo, Smith siempre creyó en el «R y R como grito primario», según su letra para la canción de 1979 de The Fall «Live at the Witch Trials». Desafiando al pop mientras disfrutaban de algún que otro éxito en Inglaterra, los Fall se convirtieron en un culto a la perversidad y la paradoja. Y con su voz sui generis -sádica, sardónica y satírica- Smith podía gruñir su malestar como pocos en la historia de la música popular. Aquí están 10 de las canciones esenciales de The Fall.