Las precuelas de Star Wars han atraído tanto odio durante tantos años que ahora se ha puesto de moda encontrar razones para amarlas. Los personajes, las escenas y los diálogos que en su día fueron ridiculizados sin piedad son explotados en busca de interpretaciones positivas, y la infame escena «Odio la arena» de La guerra de las galaxias: El ataque de los clones, de 2002, no es una excepción.
Un reciente post que está ganando adeptos en Reddit examina lo que es secretamente genial de la escena, que muestra a Anakin Skywalker, entonces un padawan, conectando con el amor de su vida, Padme Amidala. Al abrirse a ella, confiesa torpemente: «No me gusta la arena. Es gruesa, áspera e irritante y se mete en todas partes». El peculiar diálogo suscitó críticas tanto por la torpeza de la línea en sí como por su rebuscada interpretación por parte del actor Hayden Christensen.
¿Pero y si la torpeza forma parte del desarrollo del personaje de Anakin? La interpretación generosa de la escena justifica la incapacidad de Anakin para expresarse sincera y emotivamente con su historia como padawan. A los Jedi se les prohíbe, rotundamente, experimentar emociones poderosas.
La existencia monacal de los Jedi tiene como objetivo domar las propias pasiones y someterse a la disciplina necesaria para sofocarlas. Anakin se unió a los Jedi a una edad temprana, aunque más tarde de lo que suelen hacerlo la mayoría de los Jedi, y en el momento de la escena en cuestión es un adolescente hormonado que experimenta toda la fuerza de sus emociones por primera vez. Dividido entre sus incipientes sentimientos por Amidala y el trauma de su pasado, la admisión de que odia la arena es realmente un desarrollo sorprendente para el personaje.
La arena, por supuesto, es representativa para Anakin de su mundo natal, el planeta desértico Tatooine. Nacido en la esclavitud y la pobreza, tiene sentido que Anakin se sienta como lo hace con cualquier recuerdo de su mundo natal. Su infame confesión a Amidala representa un acercamiento a su necesidad de expresarse y sentir las emociones que los Jedi le han prohibido, y como tal es un importante punto de inflexión para el personaje.
A lo largo del resto de las precuelas, Anakin acaba cediendo a sus pasiones y abrazando el Lado Oscuro para convertirse en Darth Vader. Para llevarle por ese camino y no hacer que ese cambio se sintiera completamente fuera de lugar, la película necesitaba empujar a Anakin en esa dirección mediante pequeños pasos. Detallar su odio por la arena, por muy incómodo y angustioso que sea, es en realidad una forma brillantemente sutil de representar la atracción de Anakin por el Lado Oscuro.