Tecnologías de imagen cerebral: ¿cómo, qué, cuándo y por qué?

Objetivo: Las innovaciones en la física y la tecnología informática de las dos últimas décadas han proporcionado un poderoso medio para explorar la estructura y la función general del cerebro utilizando una serie de tecnologías de imagen cerebral computarizada (TBI). Estas tecnologías ofrecen los medios para dilucidar los patrones de la fisiopatología subyacente a las enfermedades mentales. El objetivo de este artículo es explorar el estado actual y algunas de las direcciones futuras en la aplicación de las TBI a la psiquiatría.

Método: Las tecnologías de imagen cerebral proporcionan medidas inequívocas de la estructura cerebral (tomografía computarizada y resonancia magnética ) y también indexan medidas complementarias de cuándo (electroencefalografía, potenciales relacionados con eventos, magnetoencefalografía) y dónde (resonancia magnética funcional, tomografía computarizada por emisión de fotón único, tomografía por emisión de positrones) se producen aspectos de la actividad cerebral.

Resultados: Las tecnologías estructurales se utilizan principalmente para excluir una causa biológica en casos de sospecha de trastorno psiquiátrico. Las tecnologías funcionales muestran un potencial considerable para delinear subgrupos de pacientes (que pueden tener diferentes resultados de tratamiento), y evaluar objetivamente los efectos del tratamiento en el cerebro como sistema. Lo que rara vez se destaca en la literatura son las numerosas inconsistencias, la falta de especificidad de los hallazgos y la interpretación simplista de muchos de los datos.

Conclusión: Las tecnologías de imagen cerebral muestran una utilidad considerable, pero apenas estamos arañando la superficie de este potencial. La sobreinterpretación simplista de los resultados puede minimizarse mediante: la replicación de los hallazgos de la TBI, la combinación juiciosa de metodologías complementarias, el uso de tareas de activación apropiadas, el análisis con respecto a grandes bases de datos normativas, el control del rendimiento, el examen de los datos «más allá de la media», la delineación de subtipos clínicos, la exploración de la gravedad de los síntomas, la especificidad de los hallazgos y los efectos del tratamiento en los mismos pacientes. La innovación tecnológica de los TBI todavía supera con creces la sofisticación de su uso; es esencial que el significado y los mecanismos subyacentes a las medidas de los TBI se evalúen siempre con respecto a los modelos predominantes de la función cerebral en todas las disciplinas.

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