En la mano humana hay varias terminaciones nerviosas y receptores sensoriales. Los receptores nerviosos de adaptación rápida proporcionan información sobre los cambios que se producen en la piel, como ocurre cuando se mueve el dedo sobre una superficie arenosa. Los receptores de adaptación lenta proporcionan información sobre el tacto prolongado, como el que se produce al agarrar una herramienta durante un largo periodo de tiempo. Los receptores también difieren en el tamaño de sus campos receptivos. Los campos receptivos más pequeños contribuyen a la agudeza. Por ejemplo, el tamaño del campo receptivo de los nervios sensoriales de la espalda humana es mucho mayor que el de la yema del dedo. Si se tocan dos agujas separadas por un milímetro en un campo receptivo grande, ambos puntos estarán dentro del campo receptivo y se codificarán como un solo punto. Si las agujas se tocan en dos campos receptivos más pequeños, de manera que cada punto de la aguja entra en contacto con un campo receptivo distinto, el sistema nervioso puede distinguirlos como dos puntos distintos. Las terminaciones nerviosas sensoriales de los dedos incluyen los corpúsculos de Meisnner (tacto ligero, adaptación rápida), los corpúsculos de Pacini (campos receptivos grandes, adaptación rápida), las terminaciones nerviosas libres (temperatura y dolor), los discos de Merkel (discriminación del tacto ligero de los objetos y la textura) y las terminaciones de Ruffini (adaptación lenta, información sobre la posición del dedo). Combinados, estos receptores permiten el sentido del tacto y la discriminación de formas, texturas y objetos, son resonsables de las sensaciones de calor y dolor, y dan información sobre la posición de la mano y los dedos en relación con el cuerpo (es decir, ¿tengo la mano plana o en un puño? ¿Sostengo un bate o una pelota?). También hay nervios sensoriales que rodean los folículos pilosos y dan información sobre el desplazamiento del pelo. Sin embargo, son las terminaciones nerviosas sensoriales de la piel glabra (sin pelo) las que probablemente contribuyen al control propioceptivo y táctil necesario para la discriminación del tacto fino y el uso de herramientas.