Un abogado blanco de 43 años fue remitido por trombocitopenia sin antecedentes de hematomas o hemorragias. Era un fumador que negaba el consumo de alcohol y el uso de drogas y medicamentos. Su bazo era palpable. Los antecedentes familiares eran negativos para problemas hematológicos. Los valores de laboratorio incluían un recuento de plaquetas de 70 × 109/L, hemoglobina de 111 g/L y un recuento normal de glóbulos blancos. El frotis periférico confirmó la disminución moderada del recuento de plaquetas, pero también se observaron muchos glóbulos rojos dirigidos. Los glóbulos blancos se observan en una serie de trastornos, tanto hereditarios (hemoglobina C, talasemia, anemia de células falciformes, etc.) como adquiridos (normalmente enfermedades hepáticas). Cuando se le insistió en la posibilidad de una enfermedad hepática debido a las células diana y al aumento del tamaño del bazo, el paciente admitió a regañadientes un consumo excesivo de alcohol. Las enzimas hepáticas estaban ligeramente elevadas. La electroforesis de hemoglobina y el recuento de reticulocitos eran normales, y la prueba de Coombs, los anticuerpos antinucleares y el anticuerpo reumatoide eran negativos.