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Para los niños de todo el mundo, el inicio del curso está marcado por el casi ritual de la vuelta al cole. Pero la ropa que deben comprar los niños, y que deben llevar al colegio, suscita un gran debate. En algunos lugares, los uniformes escolares se han convertido en una marca del sistema educativo, y en otros, los niños pueden llevar lo que deseen. En este artículo, le daremos una visión de alto nivel de los pros y los contras de cada uno.
Hay mucho debate sobre si los uniformes escolares deberían ser obligatorios o no en todas las escuelas. En el bando contrario a los uniformes, la gente señala el coste. Según una encuesta de 2013 de la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Primarias, el 77 por ciento de los encuestados estimó que el coste medio de los uniformes escolares por niño, por año, era de 150 dólares o menos. Según la Federación Nacional de Minoristas, en 2013 los padres gastaron hasta 231 dólares por niño en las compras de la vuelta al cole. Desde 2016, esa cifra ha seguido aumentando. Se espera que las compras de ropa para el regreso a clases que no sean uniformes lleguen a 235 dólares por niño. Los zapatos añaden unos 130 dólares adicionales.
Otro argumento en contra de los uniformes es que los uniformes escolares en realidad suponen un riesgo para los niños, ya que los hace más notorios. Dado que los uniformes son una indicación de la vulnerabilidad y la inocencia de la infancia, las prendas podrían actuar como presagios de peligro en términos de acoso y agresión.
Por último, los que están en contra de los uniformes argumentan que ahogan la individualidad y la creatividad al impulsar una narrativa de unidad. Muchos dicen que esto impide a los estudiantes dar rienda suelta a su personalidad creativa.