La Ley del Banco Nacional de 1863 fue diseñada para crear un sistema bancario nacional, hacer flotar los préstamos federales de guerra y establecer una moneda nacional. El Congreso aprobó la ley para ayudar a resolver la crisis financiera que surgió durante los primeros días de la Guerra Civil estadounidense (1861-1865). La lucha con el Sur era costosa y no se había elaborado un programa fiscal eficaz para financiarla. En diciembre de 1861 los bancos suspendieron los pagos en especie (pagos en monedas de oro o plata a cambio de papel moneda llamado billete). La gente ya no podía convertir los billetes en monedas. El gobierno respondió aprobando la Ley de Moneda Legal (1862), emitiendo 150 millones de dólares en billetes nacionales llamados greenbacks. Sin embargo, los billetes de banco (billetes de papel emitidos por los bancos estatales) representaban la mayor parte de la moneda en circulación.
Para dar estabilidad financiera a la nación y financiar el esfuerzo bélico, en enero de ese año se presentó en el Senado la Ley del Banco Nacional de 1863. El congresista republicano de Pensilvania Thaddeus Stevens (1792-1868) se opuso a la ley; el Secretario del Tesoro Salmon Chase (1808-73), ayudado por el senador John Sherman (1823-1900) de Ohio, la promovió. El proyecto de ley fue aprobado en el Senado por una ajustada votación de 23 a 21, y la Cámara de Representantes aprobó la legislación en febrero. Los bancos nacionales que se organizaron al amparo de la ley debían comprar bonos del gobierno como condición para su puesta en marcha. Una vez depositados esos bonos en el gobierno federal, el banco podía emitir sus propios billetes hasta el 90% del valor de mercado de los bonos depositados.
La Ley de Bancos Nacionales mejoró pero no resolvió los problemas financieros de la nación: algunos de los 1500 bancos estatales, que habían estado emitiendo billetes, se convirtieron en bancos nacionales mediante una legislación adicional (que enmendó la Ley de Bancos original y fue aprobada en junio de 1864). Otros bancos estatales fueron expulsados del negocio o dejaron de emitir billetes tras la aprobación en 1865 de un impuesto federal del 10% sobre los billetes que emitían (lo que hizo que no les resultara rentable imprimir dinero). La legislación creó 300 millones de dólares en moneda nacional en forma de billetes emitidos por los bancos nacionales. Pero como la mayor parte de este dinero se distribuyó en el Este, la oferta monetaria en otras partes del país seguía siendo precaria; el Oeste exigía más dinero. Esta cuestión dominaría la política estadounidense en los años posteriores a la Guerra Civil. No obstante, el sistema bancario de la nación se mantuvo prácticamente igual -a pesar del Pánico de 1873- hasta la aprobación de la Ley de la Reserva Federal en 1913.
Ver también: Ley de la Reserva Federal, Billetes verdes