Siete maneras de cambiar tu forma de pensar

Cambia tu forma de pensar y te darás una perspectiva diferente y todo un nuevo conjunto de herramientas para enfrentarte a las cosas de la vida.

¿Alguna vez has intentado resolver un problema y te has dado cuenta de que no avanzas porque siempre vuelves al punto de partida?

Nos metemos en patrones habituales de pensamiento y la forma en que pensamos da forma a nuestra experiencia del mundo. Cuando cambias tu forma de pensar podemos alterar lo desagradable de algunos acontecimientos, o al menos hacerlos más soportables viéndolos desde una perspectiva diferente.

Aquí hablo de estilo de pensamiento, de cómo se piensa, más que de qué pensar.

No se trata de quitarle importancia a algunas de las cosas terribles que vive la gente. Las tragedias personales siempre son horribles y por mucho que nos ‘acostumbremos’ a las pérdidas u otros sucesos traumáticos nunca olvidaremos las cosas malas que vivimos. Tampoco es un «pensamiento positivo», una especie de fingir que todo está bien y tener un día mejor. El pensamiento positivo esencialmente nos dice qué pensar, mientras que yo estoy hablando aquí de CÓMO pensar.

Pensamos todo el tiempo, pero a veces nuestros patrones de pensamiento -como la rumiación, dar vueltas a las cosas en nuestra mente, volver a recordar los acontecimientos, recordar nuestros «fracasos»- se apoderan de nosotros.

Cambia tu forma de pensar

Hábitos como éste pueden ser intrusivos, perturbadores y deprimentes. Tomando algunas decisiones conscientes en su estilo de pensamiento y aprendiendo a cambiar su forma de pensar puede empezar a reentrenar su mente para que trabaje mejor para usted en situaciones estresantes, exigentes y desafiantes.

Identificar el pensamiento dudoso

Si hace una lista de sus pensamientos negativos y ve cómo podrían ser desafiados será más fácil pensar de una manera más equilibrada y realista.

Formación

Busque pruebas para contrarrestar su pensamiento negativo. Por ejemplo, si crees que nunca haces nada bien, podrías enumerar varias cosas que has hecho con éxito.

¿Qué diría un amigo?

En lugar de juzgarte a ti mismo o a tus esfuerzos con dureza, sé tan amable contigo como lo serías con un amigo que acudiera a ti en busca de apoyo.

Experimenta

Pon a prueba tus miedos. Por ejemplo, necesitas acercarte a alguien para que te oriente, pero te preocupa que te rechace. Acércate de todos modos, lo peor que puede pasar es que te den la razón. Sin embargo, lo más probable es que descubras que te ayudarán.

Pensamiento incremental

En lugar de pensar en tus problemas en términos de todo o nada, evalúa las cosas en un rango de 0 a 10. Si las cosas no salen perfectamente, revise la situación como un éxito parcial en lugar de un fracaso total. A continuación, aprende de la situación. El truco consiste en entrenar a la mente para que vea las cosas en pasos o incrementos, nada es realmente «todo» o «nada». Cuando hayas clasificado el problema y le hayas dado un número, pasa al segundo paso: pregúntate qué tiene que pasar para que subas un punto en la escala. Por ejemplo, si se siente mal por algo -si el cero es lo peor que podría sentir y el 10 es lo mejor que podría sentir- califique cómo se siente realmente en ese momento y luego hágase la segunda pregunta.

Normalizar

Pregunte a la gente si sus pensamientos y actitudes son realistas. Por ejemplo, si cree que está solo en sus miedos o preocupaciones, compruebe con otras personas cómo se sentirían en una situación similar.

Análisis coste-beneficio

Enumere las ventajas y desventajas de un sentimiento (por ejemplo, enfadarse con un compañero o familiar), de un pensamiento negativo (por ejemplo, «siempre tengo toda la mala suerte») o de un patrón de comportamiento (como posponer las cosas y quedarse en la cama cuando está harto). Trabaja en esto hasta que la lista de «desventajas» sea más convincente que el lado de las «ventajas».

Por último, recuerda utilizar las palabras con cuidado. El lenguaje que utilizamos crea nuestra realidad. Un lenguaje catastrófico hará que las cosas parezcan más sombrías o dramáticas. Cambiar el lenguaje que utilizas por expresiones menos cargadas de emoción reducirá este impacto. Por ejemplo, considere la diferencia entre «un día terrible» y «un día duro», o, «malas noticias» e «información que me hará replantearme las cosas».

Mantener los recursos y la resiliencia frente a los acontecimientos desafiantes requiere una decisión consciente de cambiar la forma de reaccionar y relacionarse con los factores de estrés, y el compromiso de desarrollar hábitos de pensamiento como los anteriores. Estas notas pueden servir de guía si quieres cambiar tu forma de pensar, y de recordatorio. Recuerde, en palabras de Epicteto: «La gente no se perturba por las cosas, sino por los puntos de vista que toma de ellas».

Ver también

Resiliencia personal

Resiliencia en el trabajo

Referencias y lecturas

Brinkman, R., Kirschner, R., (1999), Life by Design; Making Wise Choices in a Mixed-Up World, McGraw-Hill, Nueva York.

Burns, D., (1999), The Feeling Good Handbook, Penguin, Londres.

Norem, J., (2001), The Power of Negative Thinking; Using Defensive Pessimism to Manage Anxiety and Perform at your Peak, Basic Books, Cambridge, MA.

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