El retorno venoso (RV) es el flujo de sangre que regresa al corazón. En condiciones estables, el retorno venoso debe ser igual al gasto cardíaco (Q), cuando se promedia en el tiempo porque el sistema cardiovascular es esencialmente un bucle cerrado. De lo contrario, la sangre se acumularía en la circulación sistémica o pulmonar. Aunque el gasto cardíaco y el retorno venoso son interdependientes, cada uno puede regularse de forma independiente.
El sistema circulatorio está formado por dos circulaciones (pulmonar y sistémica) situadas en serie entre el ventrículo derecho (VD) y el ventrículo izquierdo (VI). El equilibrio se consigue, en gran parte, mediante el mecanismo de Frank-Starling. Por ejemplo, si el retorno venoso sistémico aumenta repentinamente (por ejemplo, al cambiar de posición vertical a supina), la precarga del ventrículo derecho se incrementa, lo que provoca un aumento del volumen sistémico y del flujo sanguíneo pulmonar. El ventrículo izquierdo experimenta un aumento del retorno venoso pulmonar, que a su vez aumenta la precarga ventricular izquierda y el volumen sistólico por el mecanismo de Frank-Starling. De este modo, un aumento del retorno venoso puede conducir a un aumento equivalente del gasto cardíaco.
Hemodinámicamente, el retorno venoso (RV) al corazón desde los lechos vasculares venosos está determinado por un gradiente de presión (presión venosa – presión auricular derecha) y la resistencia venosa (RV). Por lo tanto, los aumentos de la presión venosa o las disminuciones de la presión auricular derecha o de la resistencia venosa conducirán a un aumento del retorno venoso, excepto cuando los cambios se produzcan por una alteración de la postura corporal. Aunque la relación anterior es cierta para los factores hemodinámicos que determinan el flujo de sangre de las venas hacia el corazón, es importante no perder de vista el hecho de que el flujo sanguíneo a través de toda la circulación sistémica representa tanto el gasto cardíaco como el retorno venoso, que son iguales en el estado estacionario porque el sistema circulatorio está cerrado. Por lo tanto, también se podría decir que el retorno venoso está determinado por la presión aórtica media menos la presión auricular derecha media, dividida por la resistencia de toda la circulación sistémica (es decir, la resistencia vascular sistémica).
A menudo se sugiere que el retorno venoso dicta el gasto cardíaco, efectuado a través del mecanismo de Frank Starling. Sin embargo, como se ha señalado anteriormente, está claro que, igualmente, el gasto cardíaco debe dictar el retorno venoso, ya que durante cualquier período de tiempo ambos deben ser necesariamente iguales. Asimismo, el concepto de presión media de llenado sistémico, la hipotética presión impulsora del retorno venoso, es difícil de localizar e imposible de medir en el estado fisiológico. Además, la formulación óhmica utilizada para describir el retorno venoso ignora el parámetro venoso crítico, la capacitancia. La confusión sobre estos términos ha llevado a algunos fisiólogos a sugerir que el énfasis en el «retorno venoso» se dirija a influencias más medibles y directas sobre el gasto cardíaco, como la presión diastólica final y el volumen, que pueden relacionarse causalmente con el gasto cardíaco y a través de los cuales pueden entenderse las influencias del estado del volumen, la capacitancia venosa, la distensibilidad ventricular y las terapias venodilatadoras.