Las definiciones de las etapas de crecimiento en la infancia provienen de muchas fuentes. Teóricos como Jean Piaget, Lev Vygotsky, Lawrence Kohlberg y Erik Erikson han proporcionado formas de entender el desarrollo, y la investigación reciente ha proporcionado información importante sobre la naturaleza del desarrollo. Además, las etapas de la infancia están definidas culturalmente por las instituciones sociales, las costumbres y las leyes que conforman una sociedad. Por ejemplo, mientras que los investigadores y los profesionales suelen definir el período de la primera infancia como el período comprendido entre el nacimiento y los ocho años de edad, otros en Estados Unidos podrían considerar que la edad de cinco años es un mejor punto final porque coincide con la entrada en la práctica cultural de la escolarización formal.
Hay tres grandes etapas del desarrollo: la primera infancia, la infancia media y la adolescencia. Las definiciones de estas etapas se organizan en torno a las tareas principales del desarrollo en cada etapa, aunque los límites de estas etapas son maleables. Las ideas de la sociedad sobre la infancia cambian con el tiempo, y la investigación ha llevado a una nueva comprensión del desarrollo que tiene lugar en cada etapa.
La primera infancia (del nacimiento a los ocho años)
La primera infancia es una época de enorme crecimiento en todas las áreas del desarrollo. El recién nacido dependiente se convierte en una persona joven que puede cuidar de su propio cuerpo e interactuar eficazmente con los demás. Por estas razones, la principal tarea de desarrollo de esta etapa es el desarrollo de habilidades.
Físicamente, entre el nacimiento y los tres años un niño suele duplicar su altura y cuadruplicar su peso. Las proporciones corporales también cambian, de modo que el bebé, cuya cabeza representa casi una cuarta parte de la longitud total del cuerpo, se convierte en un niño pequeño con una apariencia más equilibrada y adulta. A pesar de estos rápidos cambios físicos, el niño típico de tres años ya domina muchas habilidades, como sentarse, caminar, ir al baño, usar una cuchara, hacer garabatos y tener suficiente coordinación mano-ojo para coger y lanzar una pelota.
Entre los tres y los cinco años, los niños siguen creciendo rápidamente y empiezan a desarrollar habilidades motoras finas. A los cinco años, la mayoría de los niños demuestran un control bastante bueno de los lápices, ceras y tijeras. Los logros de la motricidad gruesa pueden incluir la capacidad de saltar y mantener el equilibrio sobre un pie. El crecimiento físico se ralentiza entre los cinco y los ocho años de edad, mientras que las proporciones corporales y las habilidades motoras se perfeccionan.
Los cambios físicos en la primera infancia van acompañados de rápidos cambios en el desarrollo cognitivo y del lenguaje del niño. Desde el momento en que nacen, los niños utilizan todos sus sentidos para atender a su entorno y empiezan a desarrollar un sentido de causa y efecto a partir de sus acciones y de las respuestas de sus cuidadores.
Durante los tres primeros años de vida, los niños desarrollan un vocabulario hablado de entre 300 y 1.000 palabras, y son capaces de utilizar el lenguaje para conocer y describir el mundo que les rodea. A los cinco años, el vocabulario del niño crece hasta las 1.500 palabras aproximadamente. Los niños de cinco años también son capaces de producir frases de cinco a siete palabras, aprender a utilizar el tiempo pasado y contar historias familiares utilizando imágenes como pistas.
El lenguaje es una poderosa herramienta para mejorar el desarrollo cognitivo. El uso del lenguaje permite al niño comunicarse con los demás y resolver problemas. A los ocho años, los niños son capaces de demostrar cierta comprensión básica de conceptos menos concretos, como el tiempo y el dinero. Sin embargo, el niño de ocho años sigue razonando de forma concreta y tiene dificultades para comprender las ideas abstractas.
Un momento clave en el desarrollo socioemocional de la primera infancia se produce alrededor del año de edad. Es el momento en el que la formación del apego se vuelve crítica. La teoría del apego sugiere que las diferencias individuales en el funcionamiento posterior de la vida y la personalidad están moldeadas por las primeras experiencias del niño con sus cuidadores. La calidad del apego emocional, o la falta de apego, que se forma en las primeras etapas de la vida puede servir de modelo para las relaciones posteriores.
De los tres a los cinco años, el crecimiento de las habilidades socioemocionales incluye la formación de las relaciones con los compañeros, la identificación del género y el desarrollo del sentido del bien y del mal. Tomar la perspectiva de otro individuo es difícil para los niños pequeños, y los acontecimientos se interpretan a menudo en términos de todo o nada, siendo el impacto en el niño la principal preocupación. Por ejemplo, a los cinco años un niño puede esperar que los demás compartan sus posesiones libremente, pero seguir siendo extremadamente posesivo con su juguete favorito. Esto no crea ningún conflicto de conciencia, porque la equidad se determina en relación con los propios intereses del niño. Entre los cinco y los ocho años, los niños entran en un contexto más amplio de compañeros y desarrollan amistades duraderas. La comparación social se intensifica en esta época, y tomar la perspectiva de otras personas comienza a desempeñar un papel en la forma en que los niños se relacionan con la gente, incluidos los compañeros.
Implicaciones para el aprendizaje en la escuela. El período que va desde el nacimiento hasta los ocho años es crítico para el desarrollo de muchas habilidades fundamentales en todas las áreas del desarrollo. El aumento de la concienciación y la capacidad de detectar retrasos en el desarrollo de los niños muy pequeños ha llevado a la creación de servicios de intervención precoz que pueden reducir la necesidad de asignaciones de educación especial cuando los niños llegan a la edad escolar. Por ejemplo, la detección precoz de los déficits auditivos permite a veces corregir los problemas antes de que se produzcan deficiencias graves en el lenguaje. Asimismo, los retrasos en el desarrollo causados por el nacimiento prematuro pueden abordarse mediante terapias adecuadas para ayudar a los niños a funcionar al nivel de sus compañeros de desarrollo típico antes de que empiecen a ir a la escuela.
Un mayor énfasis en el aprendizaje temprano también ha creado presión para preparar a los niños pequeños para que entren en la escuela con el mayor número posible de habilidades previas. En 1994 se aprobó una legislación federal en los Estados Unidos por la que se crearon los Objetivos 2000, el primero de los cuales establece que «Todos los niños entrarán en la escuela preparados para aprender» (Departamento de Educación de los Estados Unidos, 1998). Aunque se ha debatido la validez de este objetivo, las consecuencias ya se han dejado sentir. Una de las consecuencias es el uso de evaluaciones estandarizadas de preparación para determinar la ubicación en la clase o la permanencia en el jardín de infancia. Otra es la creación de clases de transición (un año más de escolarización antes del jardín de infancia o del primer grado). Por último, la mayor atención prestada a la primera infancia ha dado lugar a un renovado interés por los programas preescolares como medio para reducir la brecha de preparación entre los niños cuyas familias pueden proporcionarles un entorno de aprendizaje temprano de calidad y aquellos cuyas familias no pueden hacerlo.
Infancia media (de ocho a doce años)
Históricamente, la infancia media no se ha considerado una etapa importante del desarrollo humano. La teoría psicoanalítica de Sigmund Freud etiquetó este periodo de la vida como la etapa de latencia, una época en la que se reprimen los impulsos sexuales y agresivos. Freud sugería que durante este periodo no se hacían contribuciones significativas al desarrollo de la personalidad. Sin embargo, teóricos más recientes han reconocido la importancia de la infancia media para el desarrollo de las habilidades cognitivas, la personalidad, la motivación y las relaciones interpersonales. Durante la infancia media, los niños aprenden los valores de sus sociedades. Por lo tanto, la principal tarea de desarrollo de la infancia media podría denominarse integración, tanto en términos de desarrollo dentro del individuo como del individuo dentro del contexto social.
Tal vez apoyando la imagen de la infancia media como una etapa de latencia, el desarrollo físico durante la infancia media es menos dramático que en la primera infancia o la adolescencia. El crecimiento es lento y constante hasta el inicio de la pubertad, cuando los individuos comienzan a desarrollarse a un ritmo mucho más rápido. La edad a la que los individuos entran en la pubertad varía, pero hay pruebas de una tendencia secular: la edad a la que comienza la pubertad ha ido disminuyendo con el tiempo. En algunas personas, la pubertad puede comenzar a los ocho o nueve años. El inicio de la pubertad difiere según el sexo y comienza antes en las mujeres.
Al igual que el desarrollo físico, el desarrollo cognitivo de la infancia media es lento y constante. En esta etapa, los niños se basan en las habilidades adquiridas en la primera infancia y se preparan para la siguiente fase de su desarrollo cognitivo. El razonamiento de los niños está muy basado en reglas. Los niños aprenden habilidades como la clasificación y la formación de hipótesis. Aunque ahora son cognitivamente más maduros que hace unos años, los niños de esta etapa siguen necesitando actividades de aprendizaje concretas y prácticas. La infancia media es una época en la que los niños pueden adquirir entusiasmo por el aprendizaje y el trabajo, ya que los logros pueden convertirse en un factor de motivación a medida que los niños trabajan para desarrollar su competencia y autoestima.
La infancia media es también una época en la que los niños desarrollan competencia en las relaciones interpersonales y sociales. Los niños se orientan cada vez más hacia los compañeros, aunque están fuertemente influenciados por su familia. Las habilidades sociales aprendidas a través de las relaciones con los compañeros y la familia, y la creciente capacidad de los niños para participar en una comunicación interpersonal significativa, proporcionan una base necesaria para los desafíos de la adolescencia. Los mejores amigos son importantes a esta edad, y las habilidades adquiridas en estas relaciones pueden proporcionar los cimientos para unas relaciones adultas saludables.
Implicaciones para el aprendizaje en la escuela. Para muchos niños, la infancia media es una época alegre de mayor independencia, amistades más amplias e intereses en desarrollo, como los deportes, el arte o la música. Sin embargo, un cambio ampliamente reconocido en el rendimiento escolar comienza para muchos niños en el tercer o cuarto grado (ocho o nueve años). Las habilidades necesarias para el éxito académico se vuelven más complejas. Aquellos alumnos que superan con éxito los retos académicos durante este periodo pasan a tener un buen rendimiento, mientras que los que no consiguen desarrollar las habilidades necesarias pueden quedarse más rezagados en cursos posteriores.
Las tendencias sociales recientes, como el aumento de la prevalencia de la violencia escolar, los trastornos alimentarios, el consumo de drogas y la depresión, afectan a muchos alumnos de los cursos superiores de primaria. Por lo tanto, existe una mayor presión sobre las escuelas para que reconozcan los problemas en los niños de ocho a once años, y para que les enseñen las habilidades sociales y vitales que les ayudarán a seguir desarrollándose hasta convertirse en adolescentes sanos.
Adolescencia (de doce a dieciocho años)
La adolescencia puede definirse de varias maneras: fisiológicamente, culturalmente, cognitivamente; cada manera sugiere una definición ligeramente diferente. Para el propósito de esta discusión, la adolescencia se define como un período culturalmente construido que generalmente comienza cuando los individuos alcanzan la madurez sexual y termina cuando el individuo ha establecido una identidad como adulto dentro de su contexto social. En muchas culturas la adolescencia puede no existir, o ser muy corta, porque el logro de la madurez sexual coincide con la entrada en el mundo de los adultos. Sin embargo, en la cultura actual de Estados Unidos, la adolescencia puede durar hasta bien entrada la veintena. La principal tarea de desarrollo de la adolescencia es la formación de la identidad.
Los años de la adolescencia son otro período de crecimiento acelerado. Los individuos pueden crecer hasta cuatro pulgadas y ganar de ocho a diez libras por año. Este período de crecimiento acelerado suele caracterizarse por dos años de crecimiento rápido, seguidos de tres o más años de crecimiento lento y constante. Al final de la adolescencia, los individuos pueden ganar un total de siete a nueve pulgadas de altura y hasta cuarenta o cincuenta libras de peso. El momento en que se produce este estirón no es muy predecible; varía según los individuos y el sexo. En general, las mujeres comienzan a desarrollarse antes que los hombres.
La maduración sexual es uno de los desarrollos más significativos durante esta época. Al igual que el desarrollo físico, existe una importante variabilidad en la edad a la que los individuos alcanzan la madurez sexual. Las hembras tienden a madurar alrededor de los trece años, y los machos alrededor de los quince. El desarrollo durante este periodo está regido por la glándula pituitaria a través de la liberación de las hormonas testosterona (hombres) y estrógeno (mujeres). Cada vez hay más pruebas de una tendencia a adelantar el desarrollo sexual en los países desarrollados: la edad media a la que las mujeres alcanzan la menarquia se redujo entre tres y cuatro meses cada diez años entre 1900 y 2000.
La adolescencia también es un periodo importante para el desarrollo cognitivo, ya que marca una transición en la forma en que los individuos piensan y razonan sobre los problemas y las ideas. En la adolescencia temprana, los individuos pueden clasificar y ordenar objetos, invertir procesos, pensar lógicamente sobre objetos concretos y considerar más de una perspectiva a la vez. Sin embargo, en este nivel de desarrollo, los adolescentes se benefician más de las experiencias directas que de las ideas y principios abstractos. A medida que los adolescentes desarrollan habilidades cognitivas más complejas, adquieren la capacidad de resolver problemas más abstractos e hipotéticos. Los elementos de este tipo de pensamiento pueden incluir una mayor capacidad de pensar de forma hipotética sobre ideas abstractas, la capacidad de generar y probar hipótesis de forma sistemática, la capacidad de pensar y planificar sobre el futuro, y la metacognición (la capacidad de reflexionar sobre los propios pensamientos).
Cuando los individuos entran en la adolescencia, se enfrentan a un número diverso de cambios, todos a la vez. No sólo están experimentando un importante crecimiento físico y cognitivo, sino que también se encuentran con nuevas situaciones, responsabilidades y personas.
La entrada en la escuela secundaria y el instituto empuja a los estudiantes a entornos con muchas personas, responsabilidades y expectativas nuevas. Aunque esta transición puede ser aterradora, también representa un paso emocionante hacia la independencia. Los adolescentes están probando nuevos roles, nuevas formas de pensar y comportarse, y están explorando diferentes ideas y valores. Erikson aborda la búsqueda de identidad e independencia en su marco de desarrollo vital. La adolescencia se caracteriza por un conflicto entre la identidad y la confusión de roles. Durante este periodo, los individuos evolucionan sus propios conceptos de sí mismos dentro del contexto de los compañeros. En sus intentos por ser más independientes, los adolescentes a menudo se apoyan en su grupo de iguales para obtener orientación sobre lo que es normal y aceptado. Empiezan a dejar de depender de su familia como fuente de identidad y pueden encontrar conflictos entre su familia y su creciente afiliación al grupo de iguales.
Con tantas experiencias intensas, la adolescencia es también una época importante en el desarrollo emocional. Los cambios de humor son una característica de la adolescencia. Aunque a menudo se atribuyen a las hormonas, los cambios de humor también pueden entenderse como una reacción lógica a los cambios sociales, físicos y cognitivos a los que se enfrentan los adolescentes, y a menudo hay una lucha con los problemas de autoestima. A medida que los individuos buscan su identidad, se enfrentan al reto de hacer coincidir lo que quieren ser con lo que es socialmente deseable. En este contexto, los adolescentes suelen mostrar comportamientos extraños y/o contradictorios. La búsqueda de la identidad, la preocupación de los adolescentes por saber si son normales, y los estados de ánimo variables y la baja autoestima se conjugan para producir un comportamiento muy fluctuante.
El impacto de los medios de comunicación y de las expectativas de la sociedad en el desarrollo de los adolescentes ha sido de gran alcance. Los jóvenes son bombardeados con imágenes de violencia, sexo y estándares de belleza inalcanzables. Esta exposición, combinada con los cambios sociales, emocionales y físicos a los que se enfrentan los adolescentes, ha contribuido a un aumento de la violencia escolar, la sexualidad adolescente y los trastornos alimentarios. La aparición de muchos trastornos psicológicos, como la depresión, otros trastornos del estado de ánimo y la esquizofrenia, también es común en esta época de la vida.
Implicaciones para el aprendizaje en la escuela. Las implicaciones del desarrollo durante este periodo para la educación son numerosas. Los profesores deben ser conscientes de los cambios en el desarrollo cognitivo que se están produciendo y proporcionar oportunidades de aprendizaje adecuadas para apoyar a los estudiantes individuales y facilitar su crecimiento. Los profesores también deben ser conscientes de los retos a los que se enfrentan sus alumnos para identificar y ayudar a corregir los problemas que surjan. Los profesores suelen desempeñar un papel importante en la identificación de comportamientos que podrían convertirse en problemáticos, y pueden ser mentores de los alumnos que lo necesiten.
Conclusión
Las definiciones de las tres etapas del desarrollo se basan tanto en la investigación como en las influencias culturales. Las implicaciones para la escolarización se extraen de lo que se sabe sobre cómo se desarrollan los niños, pero hay que destacar que el crecimiento está influenciado por el contexto, y la escolarización es un contexto primario de la infancia. Al igual que los educadores y otras personas deben ser conscientes de las diferencias entre el razonamiento de un niño de cinco años y el de uno de quince, también es importante ser conscientes de que la estructura y las expectativas de la escolarización influyen en la forma en que los niños crecen y aprenden.