¿Está el delirio después de un ictus relacionado con el compromiso de la función del cerebro derecho?

Una señal de calle que apunta a la izquierda dice "S. Marco Rialto", debajo otra señal de calle que dice "S. Marco Rialto" apunta a la derecha."S. Marco Rialto", below it another street sign reading "S. Marco Rialto" points to the right.

¿Te has sentido alguna vez perdido en un lugar extranjero?

¿Te has sentido alguna vez confundido? ¿Quizás, estabas visitando otro país donde todo el mundo a tu alrededor hablaba un idioma diferente? ¿Has perdido el camino hacia tu hotel y no sabías cómo pedir indicaciones? Esta situación puede ser desconcertante para la persona más sensata. Sin embargo, esto no es más que un atisbo de lo que debe sentir una persona con delirio. El delirio es un estado agudo de confusión, descrito como una disminución repentina de la atención, la función cognitiva y la excitación. Al igual que el escenario de estar perdido en un lugar desconocido, el delirio puede inducir desorientación. También produce distorsiones perceptivas, pensamiento desorganizado e incluso alucinaciones.
Una mujer joven que intenta hacer una foto a un oso salvaje justo en la puerta de su habitación de hospital; una madre que llora porque pensaba que su hija había fallecido, cuando la hija acaba de salir por la puerta, un paciente que no sabe dónde está ni quiénes son las personas que le rodean. Estos individuos tienen una cosa en común: el delirio. También son participantes en un estudio de la Fundación Kessler que investiga los sistemas cerebrales alterados en el delirio tras un ictus. Este estudio se diseñó para ayudarnos a entender por qué algunos pacientes se recuperan con éxito tras el ictus y por qué otros desarrollan delirio y se enfrentan a estancias hospitalarias más largas, peor función física y cognitiva, e incluso mayor probabilidad de mortalidad. Si los médicos saben más sobre la causa de la disfunción cerebral aguda en el delirio, podrán intervenir en el momento justo para prevenir o tratar este síndrome.
Hombre blanco de edad avanzada con gafas en primer plano siendo examinado por una médica asiática detrás de él

El riesgo de ictus y de delirio aumenta con la edad.

Quizás, no tan sorprendentemente, el delirio está asociado con otro síndrome posterior al ictus, llamado negligencia espacial. La negligencia espacial se caracteriza por una alteración de la atención y la cognición espacial. La cognición espacial permite a los individuos adquirir y organizar el conocimiento sobre sus entornos y utilizar este conocimiento para la planificación de acciones. Los supervivientes de accidentes cerebrovasculares con negligencia espacial no actúan ni se fijan en las cosas del lado del espacio contralateral a su lesión por accidente cerebrovascular. Las personas con negligencia espacial parecen ser especialmente propensas a desarrollar delirios: cuanto más grave es la negligencia espacial, más síntomas de delirio presentan. Este hallazgo, comunicado en la reunión del Congreso Mundial de Neurorrehabilitación de 2016, sugiere que los sistemas cerebrales de excitación, atención y orientación espacial pueden desempeñar un papel fundamental en el delirio posterior al ictus, como sabemos que hacen en la negligencia espacial.
El lado derecho del cerebro atribuye la saliencia, coordina y desplaza la atención a los eventos en el espacio, e inicia la preparación de la acción espacial. El cerebro derecho es, por tanto, dominante para la atención y la acción espacial. Los estudios realizados en pacientes con ictus indican que el delirio, al igual que la negligencia espacial, puede desarrollarse con mayor frecuencia tras lesiones del lado derecho que del izquierdo. ¿Podría ser una alteración de las redes cerebrales dominantes en el lado derecho para la atención y la orientación espacial la responsable del delirio después de un ictus? Los investigadores del Programa de Investigación en Rehabilitación de Accidentes Cerebrovasculares de la Fundación Kessler están recopilando datos sobre el comportamiento y el cerebro para probar esta teoría, que podría abrir las puertas a nuevas terapias de atención y comportamiento y a herramientas de diagnóstico y tratamientos fisiológicos, por ejemplo, la estimulación cerebral no invasiva. El prometedor futuro de la investigación sobre el delirio pasa por resolver la confusión sobre el estado de confusión de los pacientes.
Nota del autor: Este post ha sido aportado por Olga Boukrina, Científica de Investigación en Rehabilitación de Accidentes Cerebrovasculares de la Fundación Kessler.

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